Guerrero el caudillo desconocido
Felipe Victoria
Entre los personajes de la historia de México que más estudió mi padre, historiador por cierto entre otras cosas, fue al compañero de lucha y tocayo de su ancestro Guadalupe Victoria, al que se las ingenió para dejar de sucesor en la Presidencia: Vicente Ramón Guerrero Saldaña.
Estratega nato para la guerra de guerrilla, el oriundo de Tixtla conocía como la palma de su mano el territorio pues un tiempo fue arriero, por ende sin los privilegios de ninguna escuela, y en cambio José Miguel Ramón Adaucto Fernández y Félix era Bachiller en Leyes, que dejó las aulas de San Ildefonso para reclutarse a las órdenes de su exmaestro nicolaita José María Morelos y Pavón.
En la mesa familiar nunca nos faltaron amenas pláticas y enseñanzas sobre la insurgencia y el inicio de la República; mi padre platicaba como si hubiera vivido y presenciado muchas anécdotas, quizá por eso me hice mucho después tan apegado al maestro Manuel Añorve López, pues nuestras charlas predilectas eran sobre textos históricos, amén de que él fue amigo de mi suegro el Vista Julio Torres Ordoñez y no salían de las inmediaciones del zocalito y la Flor de Acapulco en las décadas de los cincuenta y sesenta compartiendo peripecias de toda clase.
El miércoles 9 de agosto en el estado sureño que el 27 de octubre de 1849 erigieron con el apellido del caudillo insurgente, nacido hace 235 años en Tixtla: Vicente Ramón Guerrero Saldaña, que fuera consumador de la Independencia de la nueva España para que se creara México, el gobernador Héctor Astudillo Flores le rindió homenaje. Me hubiera encantado poder asistir a la ceremonia y preguntarle a dos que tres por el nombre completo del prócer.
Curiosamente aquí todos saben que en su honor se llama así el estado, pero párenle de contar.
A grandes rasgos y tras la alianza táctica con el militar realista traidor a la Cora, Agustín de Iturbide, que se autoproclamó primer emperador de México, era lógico que otros insurgentes como el inclaudicable Guadalupe Victoria y Antonio López de Santa Anna lo derrocaran, para después de una regencia temporal en triunviratos, en octubre de 1824 se proclamara la República, siendo electo como primer presidente el que se llamara José Miguel Ramón Adaucto Fernández y Félix, que desde la guerra de insurgencia bajo el mando de José María Morelos y Pavón, cambio su nombre a Guadalupe Victoria, en la toma de Oaxaca.
Vicente Guerrero fue por algunos meses el segundo presidente de México, pero lo desconocieron, secuestrándolo en Acapulco para llevarlo a Oaxaca y enjuiciarlo en una especie de golpe de Estado, fusilándolo el 13 o 14 de febrero de 1831.
La historia del estado de Guerrero ha sido muy dura siempre y la idiosincrasia por ello es especialmente indómita y casi ingobernable, poco afecta a estarse en paz y orden, con la terrible tradición de tumbar gobernadores con cualquier pretexto; de ochenta y tantos que ha tenido, solo 6 han logrado terminar sus periodos, entre ellos Rubén Figueroa Figueroa, Alejandro Cervantes Delgado, José Francisco Ruiz Massieu, René Juárez Cisneros y Carlos Zeferino Torreblanca Galindo. Rogelio Ortega de plano que ni cuenta porque lo fue de chiripada.
En los álgidos tiempos actuales el gobernador Héctor Astudillo Flores hace su mejor esfuerzo por enderezar el rumbo de la entidad que le entregaron en octubre de 2015, inmersa en la ingobernabilidad y saqueada financieramente, con narcoinsurgencia magisterial y grupos armados de dizque autodefensa que son un mal clon de lo que ocurría en Colombia hace unas décadas, como lo marcó en enero de 2013 Miguel Ángel Osorio Chong, en Bucareli, y se disputan a muerte regiones donde se producen drogas y se siembra y cultiva marihuana y amapola, apadrinados por poderosos intocables e innombrables.
A pesar de todo, Guerrero sigue siendo atractivo para el turismo y aquí hay muchas cosas buenas que ver y disfrutar, también buenas oportunidades de inversión, por algo nos siguen favoreciendo con su presencia visitantes nacionales y muchos tienen residencia alterna.
Sin embargo y a pesar de zancadillas, Héctor Astudillo no afloja el paso hacia el orden y la paz que prometió en su campaña, pero no es mago prodigioso ni hombre orquesta, necesita que todos los guerrerenses cerremos filas con él y que la burocracia sea más leal, eficaz y honesta, menos mañosa y voluntariosa.
En fin, es de esperarse que tanto la Secretaría de Educación estatal como las universidades se las ingenien para que sus alumnos conozcan de veras la vida y esfuerzos del patriota Caudillo del Sur, Vicente Ramón Guerrero Saldaña.
Por ahora los ídolos de algunos de ánimo rebelde siguen siendo Lucio Cabañas y Genaro Vázquez nada más “de oídas”, porque poco conocen de sus biografías ni de sus hechos hace más de tres décadas; el que se está poniendo de moda es Bruno Plácido Valerio, con sus grupos armados que se le ponen al brinco a las autoridades impunemente y lo siguen dejando crecer como la maleza en el monte.
Quienes se rebelan por una causa justa no se cubren los rostros, ni limosnean subsidios.
Hay mucho que aprender de verdaderos caudillos como Vicente Ramón Guerrero Saldaña y no de simples truhanes al servicio del narco.
