Jorge VALDEZ REYCEN

  • Luis Miranda, de SEDESOL, un “show-man”
  • Y de “la grande”… sólo soltó una sonrisa
  • Llama la atención por su soltura campechana

 

El compadre del presidente Enrique Peña Nieto estuvo a sus anchas en Chilpancingo.

Luis Enrique Miranda Nava, secretario de Desarrollo Social federal mostró una veta desconocida por muchos: es un comunicador-animador de grandes cualidades. Hizo reír, aplaudir, emocionarse y despertó simpatías hasta de los periodistas por su campechano estilo de proyectar una imagen, al menos original, de su personalidad.

Ya en el plano serio, sólo una pregunta le formulé, directa, sin ambages… SIN MEDIAS TINTAS:

–Haber, qué pregunta me vas a hacer –retó el hombre de copete y cuello alzado en su camisa blanca, con su nombre bordado en su pecho.

–¿Aspira a ser presidente de la República? –le solté con claridad y en cortito.

Me miró con una sonrisa de oreja a oreja. Se puso colorado su rostro y sin dejar de sonreír respondió: “luego hablamos”.

El gobernador Héctor Astudillo estaba atento, pero no dijo nada. Una palmada en el hombro izquierdo y un saludo fue todo, al reportero.

Miranda Nava desbordaba entusiasmo, alegría, seguridad, aplomo, estaba realmente a gusto en la tierra donde José María Morelos y Pavón, el Siervo de la Nación, promulgó las primeras leyes del México Independiente, en el Primer Congreso de Anáhuac. El propio Astudillo lo recordó en la parte final de su intervención, donde precisó que “sólo el vicio o la virtud habrá de distinguir a un mexicano de otro”.

El titular de Sedesol, sin proponerse ser descortés, con campechana frase sólo rubricó lo dicho por Astudillo: “lo de Morelos, pues ya lo dijo el señor gobernador y así fue”.

Carcajadas del corralito de la ignominia reporteril surgieron. Miranda Nava supo de su tropezón, pero no le dio importancia, como tampoco lo hizo Astudillo, que de reojo abrió el chat del whatsapp y comenzó a chatear discretamente. También de reojo miró a los del corralito. Y es que el que se ríe, se lleva.

Llamó la atención que Luis Enrique prodigaba piropos a las mujeres guapas, las elogiaba y se decía a gusto de tenerlas trabajando en la Sedesol.

El encargado de la política presidencial de desarrollo social estaba en su elemento de acaparar la atención de los invitados, en su mayoría trabajadores de los comedores comunitarios, así como beneficiarios de los programas. Se multiplicaba en los pasillos, se sentaba con ellos y hasta platicaba de los hijos de las mujeres beneficiadas con el seguro de vida.

Ya a la salida, antes de que subieran a la camioneta blanca blindada, Miranda se despidió con el brazo en lo alto. El reportero lo saludó de lejos y respondió con el dedo índice apuntando. Llevaba leído el código de lo que se puede decir y lo que no se dice.

Astudillo volvió a dar otra declaración, ya detrás del volante, mientras el remolino humano de brazos con celulares y cámaras de video lo grababan.

Fue una gira de trabajo donde el compadre del presidente Enrique Peña Nieto estuvo a sus anchas en la capital del estado.

Nos leemos… SIN MEDIAS TINTAS.