* Autoridades mantienen en el olvido a este sector: Juan Carlos Hernández, trabajador del CAM 23

 

Jesús García

 

En el marco del Día Mundial de Concienciación sobre el Autismo, decenas de niños y jóvenes que padecen el síndrome salieron a las calles de Chilpancingo para presentar sus obras de arte y anhelos por ser incluidos, tanto en el ámbito social como en el laboral.

Sin embargo se han convertido en un sector marginado por parte del Estado, de quien reciben “nada” para salir adelante.

Juan Carlos Hernández, trabajador del área médica del Centro de Atención Especial (CAM) 23 ubicado en la zona conurbada de la capital, explicó que el Autismo es un trastorno que genera diversas alteraciones en los niños, provocando la incapacidad de socializar o interrelacionarse con las demás personas, y aunque en ocasiones las personas llegan a considerarlos violentos, no se comprende que se trata de una forma de manifestarse, puesto que tiene la capacidad de comprensión.

“Durante los primeros dos años los menores pueden presentar un desarrollo normal, después comienzan a perder esas habilidades, como el lenguaje; dejan de tener contacto visual, o a reaccionar de forma agresiva o violenta cuando se les abraza o hay mucho ruido, siempre hay que tener mucho cuidado”, advirtió.

Refirió que la población de menores con distintas discapacidades en los planteles, incluyendo el autismo, es numerosa; puesto que los niños reciben desde su educación inicial, hasta la secundaria.

No obstante, citó que a pesar de contar con docentes de lenguaje de señas, metodología Down y Braille; además de varios planteles dependientes de la Secretaría de Educación Guerrero (SEG), el profesor lamentó que por su condición, los jóvenes no son incluidos en la cuestión social ni laboral.

“Más que planteles de atención especial, la población no les da la oportunidad de apertura a los niños y jóvenes, para convivir y abrir fuentes de empleo”, reviró.

Además manifestó que en distintas ciudades de la entidad y especialmente en Chilpancingo, la sociedad y las autoridades, “apenas” se están formando la cultura de rehabilitar y condicionar el acceso y traslado a las personas con capacidades especiales; prueba de ello es el transporte público, quien no cuenta con asientos especiales, además en las calles, avenidas y centros de dispersión, “no existen rampas, baños adaptados o manijas de desplazamiento. (API)