Buena tanda de festejos

 

Felipe Victoria

 

Por supuesto que estamos como estamos porque somos como somos; por algo es que nuestra aguerrida y bullanguera idiosincrasia guerrerense sigue siendo el lastre que no nos deja abandonar aquel cabús del desarrollo en que el visionario José Francisco Ruiz Massieu nos ubicaba en vida.

Así como en todas las religiones marcan un día de descanso obligatorio para dedicárselo al Creador, llámenle como le quieran llamar, por supuesto que es bueno y sano que la gente goce de esparcimiento y se olvide por momentos de la problemática sin esperanza en que está inmersa.

Desde tiempos de los Césares en el Imperio Romano, era costumbre darle al pueblo pan y circo para tenerlo contento, o por lo menos tranquilito y sumiso; hoy el pan escasea, pero no la diversión, que como quiera procuran los políticos brindársela a los gobernados lo más seguido que pueden.

En la reciente semana y la que está en curso, Acapulco se ha llevado los reflectores, pero el gusto de los turisteros en volver a tener el famoso Tianguis tradicional en el bello puerto, aunque sea este año solamente, porque seguirá itinerante como lo marcó Felipe Calderón, cuando en abril de 2011 ordenó que ya no se hiciera en Acapulco porque estaba convertido en un lugar sin ley ni seguridad pública para nadie.

Que Peña Nieto no cambie de opinión al respecto, es porque aunque le limpien todas las estatuas y estrenen otras dándole su manita de gato al puerto, no lo engañan. Acapulco sigue sin remedio a merced de mafias y mañas, porque a las corporaciones policiacas locales no se les quita lo ineptas ni corruptas, y así más vale evitar incidentes feos contra fuereños nacionales o extranjeros, que con las recomendaciones inhibitorias de otros gobiernos basta para que nos espanten la clientela, por tan bonitos que sean algunos lugares mexicanos privilegiados.

Como siempre, el presidente vino a regalar sonrisas y darnos ánimos. Nuestros políticos encumbrados de tener unas horas al jefazo cerca para tomarse la selfie y los canchanchanes de peluche, dándose vuelo pichicateando las entradas y el acceso limitándolo solo a sus amistades y acarreados previamente checaditos, y cuidadito que se les colara algún periodista o columnista crítico, a los que también aíslan de cercanías con Héctor Astudillo o funcionarios federales de primer nivel.

Pero tanto los cuidan que el golpazo provino desde el grupo de políticos ensotanados de alta jerarquía y un obispo aflojó demasiado la lengua enlodando a medio mundo, criticando la simbiosis perversa que rige vidas y destinos en Guerrero avasallando funcionarios a las mafias.

El señor de los ropajes caros con hilaturas de oro no tuvo empacho en decir, o presumir, que la lleva bien con los meros malosos, atreviéndose a sugerir al gobernador Astudillo que busque una negociación o buen pacto para que disminuya la violencia, ya que los cobardes de su gabinete no están dispuestos a rifarse la vida por cumplir con su deber, tal como un influyente periódico español se llevó las declaraciones del fiscal general de la entidad.

No me gusta escribir palabrotas, pero le sobraría razón al mandatario estatal de estar encabronado con el Obispo y con el encargado responsable de procurar justicia, pero como de malas ni uno ni otro están bajo su jurisdicción ni los podría correr de sus respectivas chambas doradas; pero tampoco debería quedarse cruzado de brazos aguantando los coscorrones de inferiores, ni las zancadillas que de mala leche, o por torpeza, le ponen los subordinados cercanos, que ni idea tienen de cuidarle las espaldas ni noción de eso que se llama lealtad institucional.

Vuelvo a repetir, aunque se enojen si lo saco en mis memes del Facebook, que sigo mirando a mi gobernador Astudillo como solitario para enfrentarse a tantos tigres feroces que andan sueltos y conspirando, sin contar con látigo ni silla de domador de circo para defenderse de las fieras; tarea riesgosa en que los otros dos grandes poderosos mejor ni se asoman y se la llevan de a muertito en otras posiciones.

Uno de los personajes no podría ser gobernador de nuevo bajo ninguna circunstancia de no reformarse la constitución estatal, al otro jamás se le quitarán las ganas de convertirse en mandatario interino cueste lo que cueste por el tiempo que sea. Ni necesario decirles de quienes se trata pues por sabido se calla.

Así las cosas en cuanto se acaben los eventos magnos tan especiales de estos días, otra vez Don Héctor Antonio a tronarse los dedos con las cuestiones de seguridad y justicia que no avanzan satisfactoriamente; rodeado e infiltrado de “bad hombrecitos” desde las oficinas hasta las curules del Congreso, en contubernio con las mañas adueñadas de varias regiones productoras de drogas en laboratorios clandestinos, no solo se sembradíos de marihuana y amapola.

¿Cuántos Kiki Camarena tendrá que sembrar la DEA en Guerrero para que al menos el gobernador tenga mejor información de inteligencia, de parte de civiles y no de clérigos?

Romper la cadena de complicidades sería titánica tarea igual que desbaratar círculos viciosos frenando cacicazgos históricos, pero para eso habría que dar los primeros pasos y desinfectar fumigando muchas oficinas, pero sobre todo, abriendo sus puertas para quienes tengan algo positivo y constructivo que aportar para enderezar el rumbo.