Alejandro Mendoza

 

Por donde quiera que vas, sin duda alguna, te encuentras con el desolador escenario de la desunión, el egoísmo y la insensibilidad, provocado en gran medida por intereses personales, de grupo y de partido político.

Para nada es oculto que en los diferentes niveles de la sociedad, clase pobre, clase media y clase alta, se resienten los daños causados por estos tres enemigos del progreso comunitario y social.

Aunque el gobierno debe tener como propósito esencial mejorar, de manera integral, la calidad de vida de las familias, lo cierto es que parece que las políticas públicas no están dando el resultado esperado, principalmente en materia de seguridad, paz, desarrollo social, empleo, economía y cultura.

La conflictividad entre seres humanos es notoria en todas las áreas de la sociedad.

La desunión en general se observa en los constantes conflictos de todo tipo por toda clase de intereses, de manera pública. Pero una realidad lacerante es que la desunión familiar provoca efectos terribles en la sociedad.

La desintegración de la convivencia ciudadana es generada por la defensa a ultranza de intereses egoístas de índole individual y grupal. La unidad, es un principio ausente en propósitos de bienestar común entre los ciudadanos.

Se habla de unidad y de la importancia de ésta, en todos lados, desde el presidente de la República hasta el comisario de una comunidad. Pero la realidad es que su ausencia es evidente.

La acción de confrontación en todas las actividades humanas públicas y privadas está a la orden día. Y es motivada, en especial, por intereses económicos, enriquecimiento, beneficios y privilegios.

Y la desunión va de la mano de pensamientos y acciones egoístas, que terminan generando comportamientos insensibles a la necesidad que nos rodea.

De tal manera que cada quien piensa más en enriquecerse cuando se permanece en una posición o responsabilidad de tipo gubernamental o de la iniciativa privada, que en aprovechar la oportunidad de servir a los demás y contribuir al desarrollo y progreso en bien de la generación presente y venidera.

Por tal motivo, la gente en su mayoría ha acentuado su crítica y rechazo a la forma de gobernar en beneficio de una familia y unos cuantos, y también hacia los políticos por el enriquecimiento inexplicable, porque su actuación está de manera más visible al escrutinio público. No obstante, el saldo desolador está presente en todos los estratos de la sociedad.

La unidad contraria a la desunión, la solidaridad contraria a la insensibilidad y la generosidad contraria al egoísmo, son rutas que deben transitarse en una sociedad que realmente anhela cambios y avances profundos en el progreso de la humanidad.

Los errores fueron míos, los aciertos de Dios, sonría, sonría y sea feliz

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