Las alcaldías más codiciables

 

Felipe Victoria

 

Falta mucho para el periodo oficial electoral del 2018 en los tiempos que marca la ley, sin embargo no faltan quienes se la rifan y se mueven buscando contacto con la gente.

Otros creen que lo mejor es no moverse, cruzados de brazos a esperar milagros, como que de golpe y porrazo los partidos políticos los inviten a competir, siempre y cuando tengan recursos con qué hacer campaña y adquirir su registro inicial de precandidatos, que para nadie han sido gratuitos nunca.

Conseguir una posición por elección popular resulta muy parecido a meterse a un palenque, donde hay que cruzar apuestas y resignarse a perder, con el chance de ganar también, pero lo que es “de mirones” no se vale, porque estos deben ser de palo.

Hubo quien analizó a los aspirantes de un equis partido revelando que todos resultaban inelegibles, menos él, pero no tardaron en ponerlo quieto de muy fea manera.

¿Quién dijo que las guerras electorales son limpias? Nada más lejos de la realidad, en que solo las patadas bajo la mesa se oyen y abundan las zancadillas, pero lo más fastidioso es que los contrincantes se la pasan hablando de lo malo de los rivales y sus defectos o andanzas bochornosas, pero nunca de cualidades propias que sirvieran para convencer electores.

Acapulco sigue cada vez peor, con insuficiencia de servicios públicos municipales y deficiencia en su calidad, así que las promesas de campaña de todos los candidatos no salen de lo mismo de siempre, tan repetitivas que ya ni risa dan y parecen burlas.

Que haya obras públicas que dejan inconclusas no es raro, que por pésima calidad de pavimentación se formen baches por las lluvias no es novedad y además el negocio está en siempre estarlos tapando.

Como polo turístico nacional famoso mundialmente, a todos se les ocurre insistir en regresar al pasado en vez de innovar nuevos atractivos para afianzar la afluencia de visitantes nacionales, gracias a los cuales se subsiste.

El mito genial del Tianguis Turístico resulta negocio, pero para muchas otras partes y no para empresas acapulqueñas. ¿Cuántas excursiones de españoles llegaron tras la visita de muchos burócratas guerrerenses a Madrid recientemente?

Algunos que pretenden la jugosa y codiciada alcaldía porteña, prometen conseguir Casinos, inversiones en nuevos hoteles y construcción de condominios para ricos que generen empleos domésticos fijos de recamareras, jardineros, cocineras y mozos, también chambitas temporales para albañiles, plomeros, electricistas y decoradores.

Hay que ingeniárselas para que circule dinero y se laven dólares, cuestión que califican de progreso y como sea lo es, pero no saben disimular el interés por todo lo que represente “obras”, porque sin ellas no hay “sobras”.

La inconformidad por el deficiente e inconstante suministro de agua potable nunca varía por más que abulten la nómina de los organismos del ramo, “caja chica” de políticos y oasis de chambitas para la cuatitud y parentelas.

Lo de la recolección de basura siempre es tema en lo que quienes llegan dan por terminados los contratos anteriores, pues es un filón de oro que siempre apesta.

Entretener a la gente con discursitos y regalitos es lo acostumbrado, pero eso a nadie convence.

En lo que de veras agobia a los residentes fijos en Acapulco y Chilpancingo poca atención le dan los que ambicionan las alcaldías; parece que ya también les da miedo tocar el tema de la rampante inseguridad pública y la corrupción e ineptitud policiaca municipal, que a los que favorece es a los mafiosos organizados de la extorsión  consentida.

De una docena de personajes que sin hacer todavía campaña específica platican en corto su ilusión, no se cuentan más de uno o dos que ya tengan elaborado un plan específico y concreto para ponerle remedio a la inseguridad; se mal acostumbraron a chillarle a la federación para que vengan de fuera a hacer lo que debieran hacer los de dentro, que se la llevan de a muertito pero dejando el cajoncito abierto.

Para la alcaldía en el 2018 quienes la busquen                                          apoyados en siglas de partidos políticos, de antemano tienen obstáculos, porque a ninguno ya le tienen confianza y han salido tan malo el pinto como el colorado; sin embargo hay algunos que quisieran repetir en el palacio del Parque Papagayo, comenzando por el que ahora considera las posibilidades de reelegirse.

Lo simpático es que todavía ni comienza oficialmente la contienda y las tarascadas ya están a la orden del día en las redes sociales con denostaciones y zancadillas contra aspirantes independientes, o hasta amenazas de echar a andar procedimientos legales, para ver si los aludidos se atontejan y acceden al chantaje.

Bien harían la docena de personajes que le traen ganas a las alcaldías en ir apuntando y registrando a los “atacadores” espontáneos y por consigna, para que el día de mañana tengan con que justificar el no aceptar felicitaciones y adhesiones de convenencieros.

En fin, Acapulco el de siempre está peor que nunca, en espera de milagros que no llegan porque hasta a los santitos les da miedo venir a asomarse y los merolicos de cuello blanco aturden con mentiras desde su virtual mundo feliz, que nomás falta que en donde echan el sentido discurso ante acarreados seleccionados les arrojen bolsas negras con descuartizados.