Premuras y calenturas porteñas

 

Felipe Victoria

 

Muchas cosas son comercializadas mediante remates públicos, en que los interesados en su adquisición ofrecen y reviran ofertas hasta que dejan de pujar y asignan el producto al que más prometió pagar.

Igual habrá usted escuchado de la venta de bienes inmuebles embargados por adeudos de impuestos, de las subastas de futbolistas o de acciones. Las licitaciones se parecen pero son para conseguir contratos de adquisiciones y obras públicas.

¿Se han preguntado los lectores si existen virtuales subastas para conseguir candidaturas a cargos de elección popular, como regidurías, alcaldías, diputaciones y senadurías?

Lo más probable es que así sea y por eso a menudo hay sorpresas; la realidad es que pocas veces quedan de candidatos aquellos por quienes las bases partidistas se inclinaban, pero como sea deben disciplinarse.

Nada más por recordarlo, Carlos Zeferino Torreblanca Galindo hasta el tercer intento logró la Presidencia Municipal de Acapulco en 1999 y después en 2004 se disputó con Armando Chavarría Barrera la candidatura a la gubernatura en calidad de “externo”.

Luis Walton Aburto insistió cuatro veces por la alcaldía porteña hasta ganar en 2012, para después contender por la gubernatura, en que al segundo intento la ganó Héctor Astudillo Flores.

En Guerrero no es tan raro ver que algunos personajes fueron alcaldes del mismo lugar más de una vez. Singularmente Manuel Añorve Baños haya sido primer Edil de Acapulco cuatro veces por decirlo así, la primera ocasión como interino sustituto de Juan Salgado Tenorio y la segunda por ganar las elecciones en 2008, pero en ambas tuvo intervalos dejando interinatos en favor de César Varela Blanco y Ana María Castillejas, después a José Luis Ávila y a Verónica Escobar.

Pero para sorpresas no ganamos; el exalcalde y exgobernador Zeferino Torreblanca Galindo se lanzó mediante el PAN para la Presidencia en 2015 y todo indica que trae ganas de buscarla de nuevo para el 2018, o en su defecto la jugaría por el blanquiazul la actual regidora Gloria Sierra, que fuera candidata perredista en 2012.

Así las cosas, ¿qué de raro tendría que Manuel Añorve quisiera competir contra Zeferino el año entrante?

Nada le hace que su esposa Julieta Fernández Márquez aspire a la candidatura tricolor, ella es ella y él es él, sin sacar de la jugada al entusiasta Fermín Gerardo Alvarado Arroyo, que ya fue candidato en 2012, pero ahora parece que le estorbaría su cercanía con el jerarca Figueroa Alcocer, como efecto colateral de las disputas del cachorro Figueroa Smutny cuando coincidió como diputado local con Astudillo.

Del modo que sea, el PRI pretende recuperar el feudo acapulqueño como sea y con quien sea, pero se antoja difícil que el perredista Evodio Velázquez Aguirre desdeñe la posibilidad de reelegirse en 2018, dejándole el campo libre a Beatriz Mojica Morga, a la que igual se le antojaría una senaduría.

Hablando de sorpresas que no lo serían, Ernesto Rodríguez Escalona ya van dos veces que busca la alcaldía porteña y en cuanto termine con el próximo Tianguis Turístico, es predecible que se quiera subir de nuevo al ring.

De los otros partidos vigentes, el Movimiento Ciudadano ya probó las mieles y las hieles con Luis Walton y Luis Uruñuela de interino, así que obviamente competirán si consiguen un candidato idóneo, que no por fuerza tendría que ser Ricardo Mejía Berdeja, el pujante legislador, aunque sea el más mencionado a priori, de momento.

Pero resulta que en el ambiente actual de total descrédito para los principales partidos tradicionales como PAN, PRD y PRI, porque el PT, Verde y Alianza son meras comparsas en calidad de rémoras, surge con fuerza la posibilidad de candidaturas ciudadanas independientes a nivel nacional y estatales, y en Acapulco les lleva buen trecho el joven empresario Joaquín  “Jacko” Badillo Escamilla, que no deja de picar piedrita acercándose a la gente y forjando sus redes por si acaso.

No puedo soslayar que de los perredistas genuinos y exalcaldes, Félix Salgado Macedonio juró y perjuró que en todo caso piensa lanzarse pero por la gubernatura y al tenaz, resistente y persistente Alberto López Rosas, sin decir nada claro aún, sus simpatizantes ya lo posicionan, pero igual hay quienes tienen en mente a Ramón Almonte Borja que se quedó en la lista de espera.

Como se percibe, Acapulco es la codiciada joya guerrerense, pero para obtenerla no basta con ambicionarla, sino que hay que contar con canicas suficientes y recursos enormes para entrarle a la subasta interna de candidaturas primero y, después con capital para aguantar las pujas y revires como de remate, algo parecido a las apuestas de los palenques y del póker.

A como andan las cosas para ganar elecciones en Acapulco, se necesitan más de cien mil votos y el costo operativo para lograr cada sufragio ya costará muy arriba de 500 pesitos, pero mostrando el dineral sobre la mesa antes de comenzar campañas en serio.

Se pretende cerrar el paso a los aventureros que de ocurrencia se publicitan en calidad de aspirantes suspirantes a precandidaturas, pero con el ánimo de negociar sus declinaciones para no estorbar de roba votos y agarrar otro rumbo después.

Están cañonas entonces las calenturas en Acapulco.