Isidro Bautista

 

El gobierno de Enrique Peña Nieto es el primero que debería de apretarse el cinturón ante el gasolinazo, y no la población en general.

“¿Qué hubieran hechos ustedes?”, preguntó el presidente cuando trató de justificar el alza del precio, y uno ahora da una respuesta: ser el primero en amarrarse las tripas.

Pidió a la gente comprensión, pero qué comprensión si toda la vida se ha visto el hecho de que los gobernantes se enriquecen y enriquecen, mientras que la mayoría de los mexicanos sigue estando jodida.

Se hacen más ricos, y lo peor es que no les pasa nada. ¿Cuántas casas blancas habrá en el país?

Javier Duarte de Ochoa abandonó la gubernatura de Veracruz podrido en dinero. El gobierno de Peña Nieto lo busca rogando a Dios no encontrarlo, o hace como que lo busca.

El gobierno, cuando quiere, mete a la cárcel a quien sea. Refundió tras las rejas a Joaquín Hernández Galicia La Quina, líder de los trabajadores petroleros, lo mismo que a Mario Villanueva Madrid, ya como exgobernador de Quintana Roo, y a Elba Esther Gordillo Morales, dirigente del SNTE.

A Joaquín El Chapo Guzmán se le hizo prisionero hasta dos veces.

Pidió comprensión, y es la fecha en que su gobierno no da visos de que también comprenda las consecuencias económicas de la medida que adoptó.

Ya debió haber adelgazado el gasto. Y no sólo eso: meter a tanto gobernante o funcionarios corruptos, como a Duarte, con costales repletos de no menos de 30 mil millones de pesos, cantidad equivalente al déficit que a su llegada al cargo halló el hoy gobernador Héctor Astudillo Flores heredado por sus antecesores inmediatos en las arcas públicas.

¿Cuál comprensión si se sigue viendo a funcionarios y gobernantes dándose los lujos de siempre, y cargando gastos personales al gobierno?

Más que el Acuerdo para el Fortalecimiento Económico y Protección de la Economía Familiar, lo que debería de hacer el presidente Peña Nieto es ejercer un gobierno verdaderamente austero; no sólo que lo sea sino que lo parezca.

No es posible que en un estado tan pobre como Guerrero el ahora exgobernador Rogelio Ortega Martínez no sea tocado ni con el pétalo de una rosa. Siempre ha corrido la versión de que se hizo propietario de un hotel de Acapulco.

Hasta donde se sabe, su antecesor en el cargo, Ángel Aguirre Rivero, con actas de entrega-recepción formalizadas con firmas, le dejó cientos y cientos de millones de pesos, y es el día en que no pasa nada. Los trabajadores, cuando reclamaron en paro de labores, el pago del bono sexenal, al término de su administración, le echaron en cara esa adquisición con gritos y pancartas.

¿Cómo piden comprensión?

¿Cuántos presidentes municipales de Guerrero, incluidos los de la región de la Montaña, nada más llegan al cargo, y se hacen de camionetas de lujo, y prueban las mieles del placer a todo lo que da el erario público en Acapulco, en la Ciudad de México o donde quieran, con el pretexto de salir a hacer gestiones para el pueblo?

¿Quiénes son los culpables del gasolinazo, aquellos que por sus intereses políticos mantuvieron años y años el subsidio del combustible como en olla de presión?

¿Cuál comprensión?

isidro_bautista@hotmail.com