Contra violencia se necesita inteligencia

 

Felipe Victoria

 

El exitoso lema de campaña del ahora gobernador Héctor Antonio Astudillo Flores no se olvidó; él hace lo que puede, pero no es fácil ni hay varitas mágicas para de la noche a la mañana conseguir orden y paz, frenando la inercia y transformando la idiosincrasia guerrerense indómita, aguerrida e ingobernable, donde por desgracia no existe una cultura de legalidad y respeto a los derechos ajenos.

Con bravura e insolencia muchas organizaciones existen y nacen a cada rato para “exigir” los derechos de gremios y sectores, pero no comienzan por comprender la correlatividad con el cumplimiento previo de las obligaciones, que no acostumbran enseñar en ninguna escuela ni inculcar en los hogares; por eso en Guerrero priva aquello de que “el que no transa no avanza”.

De parte de los malandrines impera la ley del más fuerte al estilo primitivo, avasallando ahora a la población con las extorsiones y cobro de pisaje, práctica deleznable en que las autoridades correspondientes para impedirlos prefiere disimular, por miedo… ¿o contubernio?

Malísimo que cuando un pequeño grupo de legisladores como el que encabeza Ricardo Mejía Berdeja, promueve aumentar la penalidad del delito de extorsión calificándolo de grave para que sea privativo de libertad, desde la cúpula del Congreso o fracciones partidistas mayoritarias sea frenado, dando a imaginar que protegen a las mañas y gavillas dedicadas a eso.

Las víctimas de extorsión no presentan denuncias ante el Ministerio Público por lo inútil y riesgoso que sería; incluso desde esas oficinas de la Fiscalía aconsejan a los agraviados no meterse en más problemas y mejor pactar disminución de cuotas. Ningún ministerial montaría operativos para capturar in fraganti a los sicarios extorsionadores y los policías preventivos, a quienes en un caso dado pidieran auxilio, no lo prestarían, porque a quienes protegen es a los delincuentes.

Héctor Astudillo podrá tener la mejor voluntad del mundo, pero hay  males en los que debe aplicarse el rigor de la energía legal antes que el convencimiento.

Violencia es la de los maleantes, reacción legal es lo que las autoridades deben aplicar, claro que por la moda actual, con respeto a los derechos humanos, esto es, sin incurrir en abusos de autoridad ni excesos punibles.

Comentaba con excompañeros de corporaciones federales, lo que en estos días estuvieran haciendo Fernando Gutiérrez Barrios, Javier García Paniagua o Miguel Nazar Haro para poner quietos a los malosos desatados en Guerrero, pero ya sin acostar chaparros como en época pasadas, tras de lo que un prudente conciliador como Alejandro Cervantes Delgado logró pacificando sin violencia la entidad.

Me llamó la atención el editorial del periódico guerrerense franquiciatario de La Jornada, que entre comillas les participo un fragmento:

“Servicios de inteligencia”

“El obispo de la diócesis Chilpancingo-Chilapa, Salvador Rangel Mendoza, tocó un punto vital al declarar sobre la violencia en Guerrero.

“El gobierno federal, dijo, está equivocado, porque en vez de meter a miles del Ejército mejor debería aumentar los servicios de inteligencia.

“Tiene sentido lo expuesto por el prelado, porque el gobierno federal ha basado su combate a la delincuencia en el despliegue de las fuerzas de seguridad, que no hacen otra labor que la de prevención del delito ejerciendo como función –ya lo dijo la administración estatal– el trabajo de contención, no de erradicación.

“A la reciente ola que cobró más de 20 vidas en un fin de semana largo, el gobierno respondió de inmediato con el envío de mil efectivos destinados para los municipios más violentos. Pareciera que con saturar de soldados y policías las calles buscan aminorar los asesinatos dolosos, lo cual evidentemente no ha rendido los resultados deseados.

“En sus informes el GCG tiene cuidado de no hacer referencia al servicio de inteligencia; el problema es que tampoco se ven resultados derivados de este tipo de trabajo, que necesariamente habría de reflejarse en el descubrimiento y ataques a madrigueras de los delincuentes y en su detención.

“Los efectos mediáticos han golpeado severamente en algunos casos, ha dicho el gobierno estatal, pero el caso es que el combate a la violencia y la inseguridad, también es mediático: el triunfalismo aflora, sin lograr resultados efectivos.

La versión oficial en los medios no se aparta de la supuesta reducción de las ejecuciones sin aportar elementos convincentes; con bombardeos mediáticos buscan inútilmente apagar el incendio, pero los efectos de los servicios de inteligencia continúan sin hacerse presentes, lo cual da validez a la observación del obispo Salvador Rangel Mendoza”.

¡Ufff y recontra ufff!, cuando los políticos ensotanados ya se meten a querer enmendarle la plana a las autoridades civiles.

¿Será que por estar ellos más en contacto directo con la población entienden mejor sus angustias y comprenden que de seguir así el pueblo optará por reaccionar tomando la justica en mano propia?

INTELIGENCIA en cuestiones policiacas no es inundar el territorio de más policías fuereños, soldados ni marinos patrullando las calles en tácticas disuasivas para dar idea de seguridad y que los turistas se imaginen estar bien protegidos, mientras los lugareños siguen pasando las de Caín.

Lo correcto sería actuar contra las gavillas una vez detectadas, en lugar de pedirles mochada. ¿Tiene Héctor Astudillo colaboradores adecuados con quienes lograrlo?