* Otra historia de terror de comunitarios

* Secuestran a César Flores Maldonado

* Huestes de Marco Suástegui, fuera de la ley

 

Jorge VALDEZ REYCEN

 

Otra historia de abusos, exceso e impunidad. Ahora, pistoleros y gente armada de los Bienes Comunales de Cacahuatepec, que comanda Marco Antonio Suástegui, secuestraron al asesor del gobernador Héctor Astudillo Flores, César Flores Maldonado.

Otra vez la justicia por propia mano no termina en una historia nefasta de nota roja, aunque sí se tipifican delitos del orden común que sanciona el Código de Procedimientos Penales por privación ilegal de la libertad, el mismo ilícito por el que estuvo preso y procesado Marco Antonio Suástegui hace un año, que alcanzó la libertad mediante un entuerto leguleyo del gobierno anterior de Rogelio Ortega Martínez.

Total que se trata del mismo modus operandi en una tierra de nadie, donde la palabra ley es letra muerta. Allí, en La Concepción y en los Bienes Comunales de San Juan Cacahuatepec, grupos de hombres armados se autoproclamaron “autodefensas” y luego “policías comunitarios”, violentando la Ley 701 que se aplica a comunidades indígenas que se rigen a usos y costumbres.

La nota que refiere el secuestro del alto funcionario gubernamental, intenta explicar los motivos de la “retención” –eufemismo simplista y defensor a ultranza— de quienes de forma atrabiliaria y con el uso de armas de fuego privaron de la libertad a cinco personas, entre ellas a Flores Maldonado.

La idea de Marco –que sufre delirio de persecución— era llamar a los medios de comunicación para denunciar una campaña “de que me quieren matar”. Pero nadie le hizo caso, salvo uno. Y el incidente no pasó a mayores.

Lo cierto es que nuevamente el tema de las comunitarias llama la atención en una zona altamente explosiva, candente, donde cualquier altercado es motivo de sacar a relucir armamento poderoso, no regulado por las leyes federales.

Aunque no habrá acusación formal ante la Fiscalía General del Estado, ni tampoco se procederá jurídicamente contra Marco Antonio Suástegui, sí es otro prietito en el arroz donde una historia de una visita a su rancho de un funcionario público, terminó en malentendido y confusión.

La presencia de grupos armados como autodefensas o comunitarios ha sido de sobresaltos y temores fundados desde el gobierno de que cualquier momento estalle la violencia. Ese es el caldo de cultivo donde se fermentan desgracias y tragedias, muchas veces incomprensibles y carentes de sentido común.

Este es el origen de muchos casos que se repiten en las notas rojas de los diarios, donde no se alcanza a comprender a ciencia cierta qué motivó un hecho de sangre, hasta que se consuma.

Y este es el fondo del mensaje que el viernes pasado pronunció el gobernador Astudillo en su informe de gobierno, donde convoca a los grupos a dirimir en los espacios del diálogo las diferencias que se tengan. Ese es el llamado, insistente, a que las cosas en Guerrero se serenen, que los ánimos se calmen y todo pueda sugerir un acuerdo donde la concordia se imponga.

Por los antecedentes violentos, en la zona de los Bienes de Cacahuatepec, es válido que se proponga la despistolización y que esos grupos se acojan a la formación de una Policía Rural, regulada, capacitada y reconocida por autoridades municipales y estatales.

Ese es el objetivo. La permisibilidad o tolerancia, no puede ser permanente.

La historia de terror que vivió César Flores Maldonado ni él mismo la cree. Es más, se ríe…

Nos leemos… SIN MEDIAS TINTAS.