Felpe Victoria

 

Ecos del Paulinazo

 

Los guerrerenses menores de unos treinta años de edad, difícilmente pudieran acordarse de aquellas fechas trágicas de octubre de 1997, hace ya 19 años, cuando la madre naturaleza nos puso en la ídem con sus caprichos hidrometeorológicos huracanados.

Sin embargo en la tradición oral circulan innumerables leyendas negras de esa contingencia pues hubo devastación y muertes por doquier, pero también “víctimas políticas” como el que era presidente municipal de Acapulco, Juan Salgado Tenorio, que mientras el agua del cielo hizo de las suyas, cuentan las malas lenguas que él andaba en las otras aguas y ni cuenta se dio esa noche del 8 al 9 de octubre de 1997, tampoco su secretario general de gobierno, que ante la TV nacional dijo que no había sucedido nada en el puerto.

Personal del Estado Mayor pescaron diciendo tonterías al alcalde Salgado Tenorio del presidente Ernesto Zedillo, que suspendió una gira por Europa para venir a fajarse en las labores de auxilio junto con el entonces gobernador sustituto Ángel Heladio Aguirre Rivero, compadre del tal Juan, al que la orden presidencial fue mandarlo muy al carajo.

Como sea su compadrito lo defendió aduciendo que remover un presidente municipal antes de cumplir el primer año era demasiado complicado y caro por tener que celebrar otras elecciones; entonces  esperaron a que iniciara diciembre y de ahí coyunturalmente se debió el debut en grandes ligas de Manuel Añorve Baños, primo del mandatario estatal.

Siempre con demasiada prisa por escalar posiciones, Añorve provocaría dos interinatos para cubrirlo, dejando a César Varela Blanco y Ana María Castillejas, pero no le ganó a René Juárez Cisneros la candidatura por la gubernatura de 1999.

No es por ociosidad que comento esto que muchos amables lectores vivieron, sino que para los menores de treinta años es historia desconocida que les puede servir para explicarse el presente.

Hablando de datos, les transcribo parte de los que Wikipedia asienta en el Internet.

“El huracán Pauline, también conocido como Paulina, fue un ciclón tropical que tocó tierra en el sur de México a principios de octubre de 1997 siendo uno de los más mortíferos, destructivos y costosos en dicho país durante la segunda mitad del siglo XX. Paulina fue la decimosexta tormenta tropical, octavo huracán y el séptimo huracán mayor que se formó en la temporada de huracanes en el Pacífico de 1997. Fue el tercero más intenso de dicha temporada”.

“Paulina se originó de una onda tropical el 5 de octubre a 410 km al sur-suroeste de Huatulco, Oaxaca. Inicialmente tuvo un desplazamiento con dirección hacia el este, pero luego giró hacia el nornoroeste. Durante el día 7 de octubre, Paulina registró su máxima intensidad alcanzando la categoría 4 en la escala de Saffir-Simpson con vientos de 215 km/h y rachas de hasta 240 km/h. Para la tarde del día 8, tocó tierra cerca de Puerto Escondido, Oaxaca provocando serias afectaciones en la costa de ese estado. La madrugada del 9 de octubre, se internó en el estado de Guerrero dejando al puerto de Acapulco prácticamente devastado. Paulina se disiparía en las primeras horas del día 10 en el estado de Jalisco”.

“Paulina produjo una torrencial precipitación récord en Acapulco de 411.2 mm acumulados en menos de 24 horas. Las inundaciones, crecientes de los ríos y deslaves afectaron severamente una de las regiones más pobres de México dejando entre 230 a 400 personas muertas. Cerca de 300,000 personas quedaron sin hogar y se registraron daños por $ 7.5 mil millones (1997 USD, 80 mil millones de pesos MXN 1997, $9.3 mil millones (2006 USD), lo que lo coloca en el décimo puesto de los desastres naturales más devastadores de México”.

La solidaridad de todos los mexicanos enviando ropa, despensas y medicamentos no se hizo esperar, la participación de soldados y marinos con el Plan DN-III fue relevante; en contraste con la vergonzosa actitud de algunos porteños que se sentaron a esperar que les despejaran la entrada a sus casas y se las limpiaran los de uniforme castrense, mientras mandaban a la mujer a hacer cola para alcanzar despensas que irían a cambiar en la tienda de abarrotes más cercana por caguamas para los holgazanes atenidos.

No faltaron quienes quisieron fabricar mártires o “héroes” con las   víctimas del huracán Pauline; la verdad es que muchos perdieron la vida por necios, nunca hicieron caso de los avisos para evacuar zonas de riesgo, igual nadie hizo caso de proveerse de lo indispensable, ya se pronosticaba desde el 4 de octubre que aquí podría llegar el huracán que estaba pegándole duro a Oaxaca.

Gran movilización para reconstruir lo que se pudiera en Acapulco, aquel famoso paso a desnivel frente al Parque Papagayo quedó convertido en cementerio clandestino con gente atrapada y lo desaparecieron de la vista.

Nunca hubo cuentas claras de la aplicación de millonarios recursos de la federación y no faltaron funcionarios que se dieran vuelo medrando, cosa curiosa que se repitió en septiembre del 2013 tras el choque de las tormentas Ingrid y Manuel. En fin.

¿Aprendimos la lección los guerrerenses y acapulqueños 19 y 3 años después de que la naturaleza nos castigó?