Los jardines centrales
Por Chanssonier
Quien tenga más de medio siglo de edad, debe recordar cómo eran los jardines “Cuéllar” y “Bravo”, los que estaban en el centro de la ciudad; el primero lo había mandado construir el general Rafael Cuéllar, quien gobernó la entidad. Este hombre fue originario del estado de Tlaxcala. El otro fue edificado en la administración del gobernador, general Francisco O. Arce, colocándole al centro una estatua del general Nicolás Bravo (Rueda), en homenaje al cumplirse cien años de su nacimiento, ocurrido en esta ciudad el 10 de septiembre de 1886. En este caso se respetó la casa del héroe de nuestra independencia.
Esta zona verde era en realidad pequeña; al oriente limitaba con el palacio de gobierno, al poniente con las casas de los Leyva y los Bravo, al norte que con el jardín Cuéllar, en tanto al sur con el domicilio de la familia Olea. En el curso del gobierno del licenciado José Inocente Lugo, la calle Centenario fue cerrada a la circulación vehicular. En el jardín junto a la calle Bravo, el gobierno municipal autorizó el funcionamiento de una cantina, la que llevó por nombre “Mi Oficina”, se cerró al protagonizarse una tupida balacera, en la cual murió “Cachuchas” que era empleado del establecimiento.
Por muchos años este jardín fue el predilecto de la aristocracia capitalina, la que se daba cita para enterarse lo que sucedía en la ciudad y fuera de ella. El lugar empezó a ser abandonado cuando el gobierno llegó el ingeniero Damián Flores, quien substituyó las bancas de acero por cómodas de mármol, levantando al centro un kiosco en donde la banda de música del estado ofrecía sus audiciones; en el pasado fueron sus directores entre otros, los destacados músicos Margarito Damián Vargas, Isauro Polanco, José A. Ocampo, Moisés Guevara Villalba y Carlos Quiroz.
En los últimos años el “Cuéllar” antes de ser demolido, esta área verde fue la más concurrida; en su lado oriente se establecieron los carros de “sitio”, en la parte norte funcionó por espacio de más de treinta años el hotel y restaurant “Treppiedi”, el que se distinguió por su buena cocina y un esmerado servicio de hospedaje a su clientela; en la parte poniente estaban la farmacia La Salud, la cantina “El Danibio y el Banco Nacional de México”; calle de por medio la tienda de la familia Calvo; al sur el hotel Bravo, en donde tenía sus oficinas la línea de camiones de pasajeros Flecha Roja”. En el lado opuesto operó la Estrella de Oro.
En 1963 fue electo gobernador el médico Raymundo Abarca Alarcón; alguien le metió en la cabeza la construcción de una plaza, la que substituyera a los emblemáticos jardines citadinos. Enseguida giró instrucciones para llevar a la práctica lo que le habían sugerido, acabando de un plumazo con esos históricos lugares; así desaparecieron los jardines con todo lo que había en ellos. Habitantes de Chichihualco le pidieron le fuera regalada la estatua del general Bravo, a lo cual accedió porque le dijeron era originario de ese lugar, lo cual accedió porque le dijeron era originario de ese lugar, lo cual era falso puesto que había nacido en este lugar. También se demolió la histórica casa de los Bravo.
Cuando se terminó de construir la plaza recibió el rechazo poblacional, porque su acabado no era lo que se esperaba. Donde estuvo el kiosco se levantó una antiestética fuente; los músicos que ofrecían las serenatas se les colocó bajo las ramas de un laurel. El gobernador Alejandro Cervantes Delgado ante las protestas del vecindario, acabó con ese adefeo haciendo una nueva plaza, así como el paso a desnivel que pasa bajo ella. El año pasado se remodeló con buen gusto dándose cita nuevamente en ese lugar numerosas familias.