¿Guerra civil magisterial?
Felipe Victoria
Wikipedia en Internet dice que guerra civil “es la denominación usada para cualquier enfrentamiento bélico, donde los participantes están generalmente formados por dos ejes políticos contrarios. Su característica más común es que el conflicto armado se desarrolla en un mismo país, enfrentándose entre sí personas de un mismo lugar (ciudad, pueblo o comunidad) defendiendo, usualmente, dos ideologías o intereses distintos”.
Wikipedia señala también que un “Conjunto de guerras civiles consecutivas que tuvieron lugar en la República Mexicana primero, cuando una coalición de caudillos autodenominados ‘Revolucionarios’ se alzaron para derrocar al dictador Porfirio Díaz; luego, tras el derrocamiento por golpe militar del presidente Francisco I. Madero los ‘Revolucionarios’ volvieron a alzarse contra el dictador Victoriano Huerta; y finalmente luego del triunfo de la rebelión, los caudillos ‘Revolucionarios’ continuaron haciendo la guerra entre sí en disputa por cuál modelo político instaurar en el país”.
Aquella decena trágica causó más de un millón de muertes y penurias para el pueblo, campesinos, obreros e indígenas; la aristocracia de la burocracia porfirista perdió sus fortunas y latifundios, o fábricas e industrias asociados con extranjeros; la clase patronal de aquél entonces estaba desesperada en pos de alguien que pusiera orden y paz en el convulso país: llegó a la presidencia el duro Plutarco Elías Calles, en 1924.
Sin embrago, no se salvó el militar sonorense de una “guerra civil”, pero que Wikipedia asienta como: “Rebelión popular armada en el centro-occidente de México promovida por la Iglesia Católica en la que un ejército guerrillero de fieles al clero se rebeló en contra del gobierno de Plutarco Elías Calles por sus políticas anticlericales, en las que se buscaba hacer efectiva la condición de Estado laico establecida en la Constitución mexicana al arrebatarle a los miembros de la iglesia sus privilegios históricos”.
Las comparaciones son malas, pero toda proporción guardada, ahora los que se sienten afectados por la decisión presidencial reformadora son los fanáticos adoctrinados en marxismo trotskista, que cobran en las dependencias gubernamentales de la enseñanza pública.
Ven cortados de tajo los privilegios sindicales indebidos que conquistaron: comerciar con plazas docentes, heredarlas o alquilarlas es uno de sus principales reclamos, pero igual les afecta el que les exijan acreditar que de veras son maestros o profesoras capacitados, sometiéndolos a evaluaciones, cuando muchos ni el abecedario completo manejan, ignoran la ortografía, no saben hacer cuentas, ni de historia, geografía o civismo, solamente son excelentes en tácticas de guerrilla urbana y vandalismo, para cobrar sin trabajar.
Por supuesto que no todos son así, existen sus muy honrosas excepciones admirables y respetables.
Conocer la historia nos permite hacer un análisis comparativo de los acontecimientos, de sus causas y consecuencias lógicas, para calcular y poder pronosticar lo que pudiera ocurrir a futuro.
El contraste brutal entre disidentes sindicales y las autoridades municipales estatales y federal es peligroso; sitiar un estado bloqueando poblaciones enteras y enfrentarse a las fuerzas públicas del orden, es una auténtica provocación que pretende obligar a la que ellos llaman represión autoritaria y así tener mártires, pretextos y banderas de lucha en su contexto anarquista.
¿Cal es la tirada final del magisterio insurrecto en Chiapas, Oaxaca, Guerrero y Michoacán?
De rodillas prácticamente ya casi tienen al secretario de Educación Pública, Aurelio Nuño, que no supo que lo metían a la jaula de las fieras cuando Emilio Chuayffet pintó su raya y se salió de la escena ardiente.
Si alguna vez el colaborador cercano y consentido de Peña Nieto alucinó con la candidatura presidencial, ya puede irse dando por frustrado, porque falló en su delicada misión.
En el entorno de la feroz tanda de patadas bajo la mesa y zancadillas entre aspirantes a la Presidencia en el 2018 por el PRI, el conflicto con los maestros en rebelión le cayó de perlas al titular de Hacienda, Luis Videgaray Caso, pues ante la inutilidad de Nuño le pasaron la pelotita caliente a Miguel Ángel Osorio Chong, porque la revuelta ya es cuestión de seguridad nacional.
Las llamas que oportunamente no quiso ver, le crecieron y el fuego puede extenderse a otras entidades más.
Institucionales hasta lo impensable, las fuerzas armadas leales a su comandante supremo; en espera el general Cienfuegos Zepeda y el almirante Soberón Sanz de que no sea demasiado tarde cuando por fin decidan dejarlos actuar como hubiera correspondido desde el inicio de la rebelión magisterial, que ya es en sí el inicio de una guerra civil entre lopezobradoristas y peñanietistas, pues esto ya no es cuestión de partidos políticos donde todos perdieron la brújula y las convicciones.
Empresarios y patrones ya dieron muestras de que no van a tolerar que se siga cobijando la intransigencia de los insurgentes magisteriales, que chantajean y extorsionan a los gobiernos que temerosamente no aplican las leyes y recurren a la negociación sobornando líderes, en una práctica corrupta que hiede a contubernio en que pudieran estarse repartiendo el botín.
Dejaron crecer al monstruo porque igual estaban coludidos en manejos oscuros funcionarios con sindicatos de disque educadores y no querían que se descubriera, para seguir mamando y dando de topes.
Nubarrones en el horizonte ante un gremio que no quiere ceder en sus exigencias y no tiene el menor respeto por los derechos ajenos.