* Fraseología: de René hasta Astudillo

* Dos Obispos con lecturas diferentes

* Violencia no tiene fórmulas mágicas

 

JORGE VALDEZ REYCEN

 

Monseñor Carlos Garfias Merlos, arzobispo de Acapulco, lleva la mano, como en el dominó.

Su par, el Obispo Salvador Rangel, de la Diócesis Chilpancingo-Chilapa, ha sido diametral distinto en su conceptualización de la era violentísima que padecemos los guerrerenses. Es una de las voces autorizadas para escucharse, en cuanto a posibles estrategias que distiendan el clima convulso y de crispación social, pero no es tan coloquial como Garfias Merlos, quien encabeza la Región Pastoral Sur y además es el vocero autorizado en esos temas por la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM).

Recuerdo una frase de René Juárez Cisneros, siendo gobernador: “Guerrero no es Disneylandia”.

Garfias Merlos acuñó la siguiente, tras su homilía dominical: “No hay fórmula mágica contra la violencia”.

Héctor Astudillo Flores, entró a la triangulación de frases y dijo: “Hay malas lenguas que dicen que Guerrero se traga a gobernadores”.

René hizo la comparación con el mensaje dirigido a Vicente Fox, en el año 2000, en franco reproche a la desidia federal de otorgar recursos y programas productivos a la entidad que ya padecía estallidos sociales y el fenómeno de la violencia despuntaba por la desigualdad, pobreza y marginación. Fox se encogió de hombros y tomó la expresión como puntada… ¡No! Era el aviso de lo que se venía venir.

Garfias no puede explicar que las fórmulas mágicas sólo se dan en la retórica de una homilía. Aunque va implícita la crítica sutil a los fallidos esfuerzos de operativos insustanciales, de mera prevención que no inhiben a nadie. No es magia, es el engaño lo que se podría interpretar del dicho de monseñor.

Guerrero padece de altos niveles de impunidad y una procuración de justicia inexistente, que debe reinventarse, reconstruir el andamiaje moral y reinsertarse como el Representante Social perseguidor e investigador del delito, que defienda a la sociedad.

Astudillo ya tiene el diagnóstico, pero no puede ser engullido por una entidad que dejaron indefensa malos gobernantes, con malas políticas públicas. La maledicencia que enfrenta, tiene precisamente sus orígenes de esos fallidos gobiernos. No se necesita ser muy mago para leer entre líneas y ver de dónde se patrocinan los torpedos y fuego de artillería contra acciones de gobierno que causan salpullido y escozor.

La visión de los prelados católicos al fenómeno de la violencia, sus causas, efectos y posicionamiento ante el debate abierto, no debe espantar ni sobresaltar a nadie. Es parte de un ejercicio libre, donde la buena fe va por delante y de inmediato se distingue. No es así del golpeteo insistente, callejero, soez y pendenciero que proviene de las antípodas a un gobierno serio y formal.

La aparente polarización de los altos jerarcas eclesiásticos no debe confundir a la grey católica, que hace de tripas corazón y se aferra al rosario como la salida espiritual a estas expresiones de bestialidad criminal y no respeto a la vida de los semejantes.

Más que fórmulas mágicas, se requiere de un apego estricto al imperio de la ley y de aplicar con energía las condenas penales a secuestradores, extorsionadores, homicidas, violadores, asaltantes… Ya no tienen miedo a la ira de Dios, ni al mismo diablo.

Nos leemos mañana… SIN MEDIAS TINTAS.