* Rodada de motociclistas por la paz
* Expresiones ciudadanas de hartazgo
* La gente ya no soporta el miedo
Jorge VALDEZ REYCEN
Un número superior a los 150 motociclistas acapulqueños –algunos con esposas e hijas— participaron en la “Rodada por la Paz” en la avenida costera Miguel Alemán, en Acapulco.
Sin pancartas, ni cartelones, sólo acelerando los motores, el número de participantes crecía conforme avanzaban por la principal avenida turística porteña. Automovilistas, turistas y transportistas saludaron a los “riders” a claxonazos y trompetazos.
La algarabía se iba despertando conforme avanzaban los motociclistas desde el parque “Papagayo”, en el punto de la monumental Asta Bandera hasta la base naval de Icacos. Todos en orden y en carril de baja velocidad.
Esta es la primera de las muchas expresiones ciudadanas que de manera espontánea emergen de la ciudadanía que está harta, fastidiada e indignada de vivir con miedo, zozobra y la incertidumbre.
Este fin de semana fue más evidente el operativo policiaco y militar que organizaron las Bases Operativas Mixtas (BOM) en colonias de la periferia y en la costera. Se incorporaron vehículos militares “Hummer” artillados con ametralladoras calibre 50 milímetros y efectivos con chalecos antibala y vestimenta de combate.
Los motociclistas avanzaron dando dos vueltas, desde la base hasta caleta, desde las cuatro de la tarde hasta que oscureció. Luego se dispersaron. La ocupación hotelera fue aceptable, arriba del 50 por ciento, en algunas zonas, mientras que el aforo vehicular de la costera fue fluido, sin congestionamientos.
La Quebrada siempre ha sido el sitio más concurrido del turismo nacional. Lleno para ver los clavados. Autobuses fletados o llamados “charters”, con excursionistas finsemaneros, saturaron calles adyacentes a la costera, principalmente el CIA y el parque Papagayo.
Los acapulqueños quieren vivir en paz. La violencia focalizada por la disputa de grupos delictivos hace ocho días causó un efecto inédito, nunca antes visto, de miedo y psicosis colectiva. Cierres masivos de locales comerciales, aunque no se vieron compras de pánico en supermercados, ni tiendas de autoservicio. Tampoco se ha visto que la gente obedezca el “toque de queda”, expresión que no saben, porque sólo en regímenes totalitarios se cumplen.
Acapulco estuvo muy tranquilo este fin de semana festivo por el “Día del Niño” y el “Día del Trabajo”.
La rodada de “bikers” y “riders” estuvo colorida, pues no importaban si eran motos de pista, las tipo “choper’s”, o las scooters. Lo que importaba era salir a la costera, dar “el rol”, disfrutar el aire de la brisa del mar y el atardecer desde la condesa, o en la playa Papagayo.
Salir a demostrar que la paz se puede construir, sin miedos, ni psicosis.
Acapulco es mucho más que esta crisis de violencia e inseguridad.
Los motociclistas dieron el primer paso. Ya se esperan otras manifestaciones de repudio a la violencia y de exigir la paz y la convivencia pacífica.
Vivimos en un paraíso llamado Acapulco y no podemos permitir que falsos rumores propaguen mentiras de que es la ciudad más violenta, peligrosa o insegura.
“Puro choro… mareador” –dijo Johnny Ventura, un motociclista que le gustan las acrobacias. Hacer “caballitos” y donas.
Acapulco es un imán. Es la nueva Roma, donde todos los caminos llevan a los visitantes.
Nos leemos mañana… SIN MEDIAS TINTAS.