Isidro Bautista

 

Lo que la gente quiere es ver a las autoridades adentradas sólo en el problema de la inseguridad, y verlas atendiéndolo y combatiéndolo. Así contrarrestarían su vapuleada, principalmente ante las balaceras ocurridas el domingo anterior en Acapulco.

Es evidente que reprueba los hechos en que aparecen en pose para los medios, aun relacionados con ese asunto, y peor, tratándose de temas ajenos, salvo los considerados estrictamente necesarios.

Aunque están obligadas a desahogar una agenda de diversos rubros, a la sociedad en estos momentos no le importa.

No concibe nada más importante que la inseguridad.

Héctor Astudillo, gobernador del estado, expresó el martes pasado en una reunión realizada con su gabinete, que está comprometido con los guerrerenses, que tiene muy claro lo que tiene que hacer, y que con la firmeza en sus convicciones, lo hará con determinación, para que Guerrero “salga adelante”.

Esa declaración fue percibida seguramente con aceptación, y más por haber sido observado en los medios, con sus colaboradores, en reunión de trabajo.

Se necesita una autoridad comprometida, pero además que así lo parezca; o sea, no sólo serlo, sino parecerlo.

Ha sido evidente, sobre todo después de esos tiroteos, cómo se fustiga a las autoridades cuando posan o cuando aparecen en terrenos ajenos al asunto de la inseguridad, como incluso ocurrió con el mismísimo Tianguis Turístico efectuado en Jalisco, cuya próxima celebración, en Acapulco por cierto, debe ser considerada, especialmente por los guerrerenses como un reconocimiento a los esfuerzos que hace su gobernador por mejorar el estado de cosas de esta entidad federativa.

Es una señal de la confianza que se le tiene a su gobierno. Es otro respaldo del presidente Peña Nieto, como lo constituyó el hecho de que la Convención Nacional Bancaria volviera a llevarse a cabo en ese puerto, y que puede concebirse como benevolente, tan sólo porque más lo orillará a crear mejores condiciones de seguridad para desarrollarlo.

Lo ideal sería observar a todas las autoridades en el mismo tenor, y de declararse en tregua por cuanto a su aparición pública en vida social o al margen de ese problema, porque la sociedad está excesivamente irritada o sensible, no tanto por lo sucedido hace menos de cuatro años en Acapulco sino por el hecho de que no ve cuándo acabará esta pesadilla.

Si se quieren evitar falsas alarmas, incluidos trolls, lo recomendable es informar oficialmente de un suceso con carácter de urgencia para no caer en especulaciones que provoquen peor zozobra.

No basta pedir colaboración de la sociedad, sino mostrarle cómo participar, y habrá que diseñar “contracampaña” de la violencia, con el mensaje de que la sociedad no se deja que le arrebaten sus calles, y mostrándolas transitables normalmente, como lo hizo Evodio Velázquez, alcalde de Acapulco, o con paseantes en las playas, para recobrar confianza de que “ya todo pasó”, al menos por otro rato, en esto que parece, aunque no se quiera decir, película de terror.

Habrá que señalar que Peña Nieto es también responsable de velar por la seguridad, más incluso que Astudillo y demás.

isidro_bautista@hotmail.com