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TRAGICOMEDIA MEXICANA. La película “El Infierno”, producida por Luis Estrada y que se exhibió en los cines hace diez años, mostraba desde entonces la realidad de un país hundido en el narcotráfico y la corrupción. La película es divertida, una carcajada y así tenía que ser, con el humor y folklor característico de los mexicanos, que nos hace más llevaderos todos los males que nos aquejan como nación.
La película plantea que nada escapa al narcotráfico, porque con su poder económico todo lo penetra, permea en todos los rincones, para ejercer un dominio sobre un país donde la pobreza produce una sociedad proclive a la corrupción.
El protagonista, Benjamín García, ‘El Benny’, es deportado de Estados Unidos y al regresar a su pueblo encuentra un panorama desolador. La violencia irracional, la corrupción generalizada y la crisis económica que azotan al país, han devastado por completo su lugar de origen.
‘El Benny’, sin otras opciones y para ayudar a su familia a salir adelante, se involucra en el negocio del narcotráfico en el que tiene, por primera vez en su vida, una fulgurante prosperidad llena de dinero, mujeres y violencia, pero al final descubrirá en carne propia, que el tentador camino de la vida criminal no siempre paga lo que promete.
La película “El Infierno” contiene diálogos y estereotipos de los mexicanos y muestra la relación que hay entre narcotraficantes y autoridades, así como también el clero, de una manera hasta divertida.
Lo que se está viviendo hoy en varias regiones de Guerrero, particularmente Acapulco, Chilpancingo y la Tierra Caliente, son reflejo del problema que aborda esa película a modo de tragicomedia.
La violencia desenfrenada está dejando pueblos “fantasmas” en varias localidades de la entidad, negocios cerrados y muertes todos los días.
La saña con que se cometen los asesinatos, nos hace pensar en las escenas espeluznantes de “El Infierno”.
Hoy la sociedad está temerosa, no sabe en quién confiar y por eso no denuncia; hablar con policías sobre un hecho delictivo, es como firmar la sentencia de muerte, puesto que tal y como lo muestra la cinta de Luis Estrada, el narcotráfico tiene extendidos sus tentáculos en todos lados.
La temporada de vacaciones de Semana Santa y Pascua que terminó este domingo, fue una de las más vigiladas y paradójicamente, de las más violentas de los últimos años en Acapulco.
El despliegue de 4 mil 500 elementos de las fuerzas federales en la franja turística, de nada sirvió, puesto que desde el primer día hubo ejecuciones, ataques a restaurantes y comercios, sin que las autoridades den una explicación convincente de lo que está sucediendo.
El presidente municipal, Evodio Velázquez Aguirre, ante los reclamos que recibe de varios sectores por el problema de violencia, aceptó en entrevista que la sociedad está mostrando hartazgo ante la situación de inseguridad.
Reconoció que Acapulco requiere un trato como lo tuvo hace muchos años Ciudad Juárez, Chihuahua, donde a través de una gran iniciativa del gobierno se lograron reducir los altos índices de inseguridad.
La atención de este problema amerita esfuerzos no sólo presupuestales, sino de voluntad y unión entre las distintas fuerzas encargadas de la seguridad para enfrentar el crimen, puesto que la sociedad está cansada de discursos y de justificaciones, como el que los gobiernos digan que fue un problema heredado por otras administraciones.
Así las cosas, mientras que más negocios cierran por las extorsiones y cobros de piso, la autoridad sólo ofrece mejorar la vigilancia, pero en los hechos no hace nada y la ciudadanía se desespera ante esta pasividad.