Tortillas hechas en casa
Por Chanssonier
Ante la amenaza por parte de los empresarios del ramo, en el sentido que habrá una alza en el precio de la tortilla, el gobierno federal respondió que no existe ninguna justificación, para llevar a cabo lo que se proponen, porque el maíz no ha incrementado su precio, como tampoco se ha hecho con el servicio de electricidad; por lo tanto resultaría un abuso la pretensión, la que conllevaría al cierre de establecimientos, de llevar a la práctica el anuncio previo.
La tortilla ha sido desde siempre, una parte importante en la dieta de las familias guerrerenses; hace años en muchos de los hogares se ponía a la lumbre el nixtamal. El nejayote en el que había hervido el país era tirado, lavándose el grano hasta dejarlo totalmente limpio, para enseguida molerlo en un metlapil de piedra hasta convertirlo en masa; el siguiente paso era confeccionar las tortillas a mano, llevándolas enseguida al comal para su cocimiento.
Después de hacer todo de manera manual, la mayor parte de las dedicadas a este menester, llevaban a los molinos de nixtamal el maíz hervido para convertirlo en masa; entre los molineros más solicitados estaban los señores Ángel Gutiérrez, quien tenía su establecimiento en Zaragoza y Niños Héroes, junto a una fuente pública; don Marciano Alcaraz, en Leona Vicario y Amado Nervo; en Juan Ruiz de Mendoza, frente al mercado de San Francisco, el molino que allí funcionaba era propiedad de don Ruperto Rodríguez. Había otros más por diversos rumbos de la población como el don Francisco Herrera Ávila, del que dimos cuenta en una entrega hecha hace algunas semanas.
A pesar que desde hace años funciones tortilladoras eléctricas, muchas gentes continúan adquiriendo el producto de parte de quienes las continúan elaborando en sus domicilios, saliendo a las calles a ofertar su producto, o bien adquirirlo en los mercados públicos, en donde se continúan estableciendo.
Hay quienes se inclinan por seguir consumiendo tortillas artesanales, las que salen de los comales esponjaditas. Todo es cuestión de gustos, ¿no cree usted?.
Las fuentes públicas
De buen tiempo a esta parte el agua que consume la población, es cada vez en cantidad menor debido a que los tres sistemas que se tienen, cada día entregan una menor cantidad, lo que ha ocasionado que el número de “pipas” se incremente ante su patente escasez, a pesar que un metro cúbico lo cobran a un alto costo, toda vez que un carro-tanque que almacena 800 litros es comerciado en 500 pesos.
La carencia de agua no es algo nuevo, viniendo desde muy atrás; el primero que empezó a construir fuentes públicas, fue el gobierno estatal encabezado por el ingeniero Damián Flores; fuentes y “conchitas” se construyeron en comodado, esto es el dueño del terreno lo prestaba, devolviéndoselo más adelante.
La primera fuente en construirse fue la que estuvo por muchos años, al centro del jardín de San Mateo; más adelante otras administraciones edificaron las que estuvieron en Niños Héroes y Zaragoza, Altamirano y Pedro Ascencio, Cuauhtémoc y Amado Nervo, la del atrio de la iglesia de San Francisco, la de Dr. Liceaga. Las “conchitas” estuvieron en Valerio Trujano, Quintana Roo, 5 de Febrero y Mina y Allende y Justo Sierra, entre otras.
En 1950 al entrar en operación el sistema de agua de Omiltemi, fuentes y “conchitas”, fueron demolidas; de haber quedado en pie, pudieron colocarle al centro figuras arquitectónicas, para hacer los lugares gratos a la vista.