Muerte de Cuauhtémoc

 

Por Chanssonier

 

Cuando el capitán Hernán Cortés Pizarro se dirigía de Tenochtitlán a Honduras, a donde se había revelado a su autoridad su subalterno Gonzalo de Sandoval, fue en persecución de éste llevando consigo al emperador azteca Cuauhtémoc. Estando Cortés en un punto conocido como Izancanac, en el ahora estado de Tabasco, un grupo de sus espías le comunicó que el prisionero, con un grupo de leales que le acompañaban habían conspirado para asesinarlo, siendo eso suficiente para ahorcar en la rama de una ceiba, al último emperador azteca. De esta felonía ocurrida el 28 de febrero de 1525 habló sus glorias guerreras.

Era un joven veinteañero cuando Cuauhtémoc, tomó el mando de la capital de la provincia azteca, enseguida de la muerte del emperador Cuitláhuac, ocurrida al ser víctima de una epidemia de viruela, enfermedad desconocida en esa tierra, cuyo virus fue portador el soldado Juan Garrido, miembro de la tripulación de un barco capitaneado por el capitán Pánfilo de Narváez.

Cuando Cortés era prácticamente dueño de la ciudad, Cuauhtémoc buscó la ayuda de los tlaltelolcas que eran sus aliados, siendo capturado en el lago de Tezcoco por el capitán García Holguín, quien enseguida lo entregó a Cortés, hombre ambicioso quien más adelante le quemó los pies, para que le revelara dónde había escondido el tesoro de Moctezuma. El insano propósito no fue logrado.

Una delación nunca comprobada originó el ahorcamiento del último emperador azteca; algunos días después de este hecho, un grupo de sus fieles servidores bajaron de la ceiba al sacrificado, a quien trasladaron a su lugar de origen, el pueblo de Ixcateopan. En su larga caminata hicieron varias paradas; está documentada la que llevaron a cabo en la región de la Montaña, justamente en el municipio de Alpoyeca, en donde existe un pueblo con el nombre de Izcatepan, en recuerdo a su estancia en ese lugar.

Después de largo recorrido, los restos de Cuauhtémoc fueron depositados en la iglesia de Ixcateopan, siendo localizados por la antropóloga Eulalia Guzmán Barrón, el 26 de septiembre de 1949, siendo auxiliada en su tarea por su colega Anselmo Marino, originario de Tixtla, injustamente olvidado.

 

Sale Berber, entre Carranco

 

El 21 de febrero de 1941 el senado de la República, a petición del presidente general Manuel Ávila Camacho, determinó la desaparición de los poderes públicos de Guerrero, saliendo quien era gobernador del estado, general Alberto F. Berber Flores, siendo relevado por el profesor Carlos F. Carranco Cardoso.

Berber fue un político bien querido de su pueblo; su error fue quererse convertir en gran elector, pretendiendo imponer como su sucesor al diputado federal Francisco S. Carreto. Antes de su relevo Berber fue llamado por el presidente para que desistiera de su actitud, diciendo lo haría pero no lo hizo.

Músico de profesión se enroló en la revolución, en donde obtuvo sus grados militares hasta el generalato; antes de mandatar el estado fue alcalde de Acapulco, en donde realizó una buena tarea.

A partir de su descalabro político, el general Berber se retiró a la vida privada, falleciendo hace muchos años.