Desconocen aún el tamaño del recorte presupuestal que afectará al estado.—También el IEPC habla de austeridad, pero no tocan sus elevadísimos sueldos

 

Enrique Vargas

 

Este año habrá recorte presupuestal, advierte el secretario de Finanzas del estado, Héctor Apreza Patrón, aunque señala que desconoce de que tamaño será la disminución de las participaciones federales, que en el caso de Guerrero alcanzan el 96 por ciento de los recursos que se ejercen anualmente.

Que Guerrero es un estado pobre, lo confirma el hecho de que el gobierno de la República tiene que aportar casi la totalidad de los recursos del presupuesto anual de egresos de la entidad, pues representa el 96 por ciento, porque la baja actividad económica en el estado sólo permite aportar el 4 por ciento de las recursos necesarios para subsistir, pagar salarios de la burocracia y sus prestaciones y hacer algunas de las obras que se requieren para mejorar carreteras, escuelas, hospitales y tantas otras.

El gobierno federal anunció que el recorte financiero alcanzará los 132 mil millones de pesos en el presupuesto del gobierno del país y ese faltante se repartirá entre todos los estados, aunque algunos, los más ricos, casi no reciben participaciones federales o representan entre el 5 y 15 por ciento de lo que gastan en el año, porque lo demás lo aportan ellos de las actividades económicas que desarrollan en sus entidades.

En Guerrero está el problema de que la industrialización es muy baja, casi inexistente, por lo que el turismo es la actividad que aporta casi todos los ingresos locales disponibles y que, además, es el sector que mayor número de empleos genera para la población, independientemente de la agricultura, la incipiente ganadería y la baja actividad pesquera.

Hasta ahora, señaló Apreza, no se puede hacer una estimación cercana a la realidad de los gastos que habrá que recortar y las obras que dejarán de hacerse, pero confía en que el apoyo que siempre ha dado el presidente Enrique Peña Nieto al estado se mantenga, para que los daños no alcancen dimensiones graves.

Lo que tendrá que hacerse, insistió el titular de Sefina, será gastar menos y hacerlo bien, con precisión, sin excesos de ningún tipo, para hacer ahorros y que la baja presupuestal no dañe mayormente al estado.

Lo que es importante es que el gobierno de Héctor Astudillo Flores y su secretario de Finanzas, Héctor Apreza, cuiden el empleo y el ingreso de los trabajadores, que no se hagan recortes salariales ni despidos; es decir, que el programa de austeridad y menos gasto no recaiga sobre la gente de abajo, porque si el gobierno puede ser afectado por esa disminución financiera, dejar sin empleo a los trabajadores o bajarles los salarios, que de por si ya son bajos, sería un una situación realmente grave para quienes requieren de su sueldo quincenal para subsistir y mantener a la familia.

Seguramente que este gobierno de HAF tiene la sensibilidad necesaria para hacer recortes donde no dañen tanto y proteger el empleo y el ingreso de los empleados y trabajadores de todos los niveles de la administración gubernamental guerrerense.

TAMBIÉN EL IEPC HABLA DE AUSTERIDAD, PERO NO TOCAN SUS ELEVADÍSIMOS SUELDOS.— La austeridad debe alcanzar a todas las oficinas del gobierno y a los organismos descentralizados o autónomos que dependen del presupuesto gubernamental, sin embargo hay grupos de burócratas exageradamente favorecidos, con privilegios inaceptables en un estado tan pobre como Guerrero, como en el caso del Instituto Electoral y de Participación Ciudadana (IEPC), donde los sueldos de los consejeros van desde 212 mil pesos mensuales para la presidenta, Maricela Reyes, y de los demás consejeros que se autoasignaron 175 mil pesos al mes.

Con toda desvergüenza o cinismo, no sé exactamente como llamarle a la actitud de ese grupito ensoberbecido, anunciaron que por los recortes presupuestales será necesario hacer ahorros, los que van dirigidos en contra de los trabajadores y sus prestaciones y a las prerrogativas que se entregan a los partidos políticos para el financiamiento de sus actividades, pero no disminuyen ni un centavo sus excesivos ingresos personales.

Sobre todo en este año de 2016 y el siguiente, 2017, el Instituto Electoral estatal no tiene en puerta ninguna elección a celebrarse en el estado, de modo    que si sólo se la van a pasar haciendo algunos trámites y sobre todo estarán con algunas de las funciones básicas y elementales que les corresponden como consejeros electorales, deberían entonces disminuir sus salarios y hacer algunos ahorros en consonancia con la difícil situación económica que vive el país y que se habrá de reflejar en el estado de Guerrero.

Algunas de las actividades que desarrollan esos consejeros enriquecidos es recibir, analizar y aprobar o rechazar las demandas de grupos de ciudadanos que buscan convertirse en asociaciones políticas o en nuevos partidos, que les permitan participar en las elecciones de 2018.

Ese es un tema que debería revisarse con más cuidado, pues en cada elección estatal o federal surgen estos grupos de quienes se registran para empezar a recibir financiamiento del estado, para que puedan cumplir con las actividades que les permitan presentar candidatos en el nuevo proceso electoral.

En esos casos los requisitos a cumplir deberían ser mucho más exigentes, porque con las facilidades que ahora se les dan, provocan que haya elecciones como la pasada, con casi 10 partidos políticos, la mayoría de los cuales no tenía nada que hacer, porque la base social que pretenden representar es absolutamente menor y de hecho no aportan nada mejor o diferente a lo que ya se tiene en los partidos registrados y con mayor presencia en la entidad.

En época de austeridad, hay que soportar, sin embargo, a consejeros electorales, encabezados por su líder, con sueldos ostentosamente elevados, que superan incluso los salarios del gobernador Astudillo y hasta del presidente Peña Nieto, por el caso de la abusiva y depredadora presidenta, Maricela Reyes.

La consigna debería ser: autoridad obligada, pero para todos en el estado, sin castas ni élites que derrochen lo que a cientos de miles de guerrerenses les hace falta, aunque sea para subsistir.

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