* Los aviones caza F-5 y los Pilatus, asombraron
* Peña Nieto: “Iguala no puede quedar marcada”
* Astudillo pide justicia ante Peña por Caso Iguala
Por Jorge VALDEZ REYCEN
El poderoso estruendo de los aviones caza F-5 de la Fuerza Aérea Mexicana provocaron asombro. Por primera vez surcaban el cielo de Iguala en un desfile cívico-militar. La gente estaba espantada por el vuelo rasante de las aeronaves de guerra. Hubo gritos, y todos elevaron sus miradas al cielo.
Los aviones “Pilatus”, en formación, formaron una estela tricolor de humo, como parte de su participación ovacionada en el 195 aniversario de la Promulgación del Plan de Iguala (Día de la Bandera), que por primera vez en toda su historia tuvieron participación.
En el cerro del Tehuehue, el presidente Enrique Peña Nieto izó en el asta monumental de 120 metros de altura una bandera nacional (sólo existen dos de similares dimensiones y se izan en el zócalo de la Ciudad de México y en Iguala), y recibió 21 salvas de cañón a su investidura presidencial como comandante supremo de las Fuerzas Armadas de México. Fueron momentos de solemnidad.
Al mismo tiempo, las cuatro pantallas gigantes ubicadas en las esquinas del estadio “Gral. Ambrosio Figueroa” transmitían la ceremonia en circuito cerrado de televisión y vía satélite, como siempre lo hace el Centro de Producción de Presidencia de la República en las giras presidenciales.
Peña Nieto lucía extremadamente delgado, cuando se acercó a las tribunas y durante 35 minutos estrechó manos, abrazó a estudiantes y se tomaría cientos de “selfies” con celulares en mano. Peña disfrutaba la calidez de los igualtecos, a quienes momentos antes les dijo que “Iguala no puede quedar marcada por la tragedia ocurrida a los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa”.
Cerca de él, discreto, el gobernador Héctor Astudillo Flores agradecía a todos por su presencia. También se había referido a los hechos ocurridos en septiembre del 2014: “La cicatriz sólo cerrará cuando se esclarezcan los hechos contra los normalistas”, sentenció en un reclamo de justicia a los miembros del gabinete de seguridad que allí estaban, encabezados por Miguel Ángel Osorio Chong, secretario de Gobernación.
Junto al gobernador Astudillo, estaba Claudia Ruiz Massieu, la canciller en un vestido rojo escarlata llamativo.
Lo que llamó la atención, por aparte, fue la presencia de Evodio Velázquez Aguirre, el alcalde de Acapulco, entre los miembros del gabinete Astudillista y se tomó la foto con ellos, con el delegado de SEDATU, José Manuel Armenta Tello; el secretario de Finanzas, Héctor Apreza Patrón, y la ex alcaldesa de Tecpan, Sandra Belkis Ocampo. “Se va a pasar al PRI”, se escuchó decir.
Evodio sonrió y tosió nervioso. “Es una muestra solidaria”, reviró a la invitación. Lo cierto es que le dieron “calor” al perredista porteño, quien de Iguala se fue a ver a Carlos Marín, en “El Asalto a la Razón” de Milenio-TV.
En el restaurante María Isabel, Astudillo y su esposa almorzaron en privado, luego de que observaron que había mucha gente degustando el bufet y prefirieron no interrumpir a los comensales, entre ellos Marco Antonio Leyva Mena.
Iguala se vistió de gala. Dejó sus rosarios, oraciones y sobresaltos para otra ocasión. Y por la noche, en la Feria se fueron al baile con la Banda El Recodo… Nos leemos mañana, SIN MEDIAS TINTAS.