Día de la Mujer
Por Chanssonier
El 15 de febrero lo tiene el calendario cívico nacional, destinado a reconocer a las mujeres por las muchas aportaciones que han realizado, correspondiendo a ellas no solamente la buena marcha de los hogares. En México desde hace 60 años lograron votar y ser votadas, coadyuvando en tareas políticas en donde tienen una activa participación.
Postergadas en materia de educación, en los últimos tiempos han logrado obtener grados académicos, que las tienen colocadas como coadyuvantes del progreso nacional, porque están presentes en todos los campos de la vida pública, sin descuidar sus hogares, bases de las familiares.
Un pequeño repaso en la historia nos darán nombres de notables féminas, que se ganaron un lugar en ella por sus aportaciones; en la época colonial se ganó un destacado lugar en el campo de la literatura, la religiosa Sor Juana Inés de la Cruz, llamada en justicia la décima musa; en el curso de la guerra de independencia, sobresalieron por su arrojo y valentía Faustina Benítez de Álvarez y Antonia Nava de Catalán. En la revolución Eucaria Apreza; en materia educativa Bertha Von Glümer Leyva es su principal ejemplo; en el campo de las letras destacaron María Luisa Ocampo y Gloria Iturbe, siendo reconocidas luchadoras sociales María de la O., Benita Galeana, Catalina Pastrana, Chachá Serrano y Macrina Rabadán Santana, entre otras.
Independiente de estar presentes en las ciencias y las artes, muchas mujeres están ahora inmersas en tareas políticas, en donde han dado a conocer sus actitudes y aptitudes en ese campo, que hasta no hace muchos años era una tarea del exclusivo desempeño masculino.
Cultivo de la belleza
Desde siempre las mujeres han buscado tener una mejor apariencia, recurriendo a los afeites para lograrlo; desde la antigüedad ha habido personas que se dedican a hacerlas más deseables, para llegar al fin que perciben que es el matrimonio. Si le damos un ligero repaso a la historia, conoceremos que Cleopatra la reina egipcia, tenía a su servicio a un grupo de personas que mediante afeites, lograban hacerla más hermosa de lo que era; ese agradable atractivo era imán para que los hombres estuvieran a sus pies.
Entre nosotros el primer salón de belleza que abrió sus puertas, fue el del señor Tino Marino, quien lo estableció en la esquina del hotel México; su permanencia en esta plaza no fue prolongada, radicándose más adelante en la Ciudad de México. Poco después de partir llegó la señora Carmen D. Lahud, quien no solo se encargaba de cortar el cabello, si no también maquillar el rostro, pintar las uñas, sugiriéndoles inclusive que tipo de vestidos debían usar para verse más atractivas.
La señora Lahud originaria de la república de El Salvador, llegó en 1938 de manera informal, estableciéndose en forma definitiva en 1942, instalando su salón de belleza en la segunda calle de Guerrero, preparando a un grupo de jovencitas en este menester, mientras ella se dedicaba a otro como la confección de vestidos. Experta en el arte culinario, estableció el restaurant “El Laurel”, de gratos recuerdos para quienes lo frecuentaron.
Habiendo perdido la vista, murió en este lugar en donde está sepultada, al lado de su madre doña Soledad, quien le antecedió en el camino sin retorno.