Noé Mondragón Norato

 

Los cien días de gobierno

 

La gobernabilidad fue vendida como la principal divisa de gobierno. A cien días de su gestión como mandatario estatal, Héctor Astudillo Flores, planteó que esa ha sido su principal acción. Pero en su concepción amplia, la gobernabilidad se entiende como “la situación en la que concurren un conjunto de condiciones favorables para la acción de gobierno”. Es decir, aquellas que permiten una interacción plena entre actores de gobierno y gobernados en su calidad de receptores de las acciones del primero. “Se da siempre en un ámbito social en el que se registran demandas de los ciudadanos que son procesadas en menor o mayor medida por el sistema político”. Y se liga indiscutiblemente, a la capacidad de gobernar. Eso es justo lo que hasta hoy no ha ocurrido. Hay un marcado déficit en la gobernabilidad. Se lee así.

INGOBERNABILIDAD TANGIBLE.- Para que el gobernador Astudillo asumiera que hay gobernabilidad en Guerrero, debió presentar resultados que respaldaran su decir. Pero en vez de eso, entregó discursos repetitivos y vacíos de contenido; ceremonias protocolarias que sirven para rendirle pleitesía a los gobernantes; y una parafernalia que le cuesta mucho dinero a los contribuyentes. Y de fondo, resalta y se desdibuja un oscuro y turbulento estado de cosas que refrendan la ingobernabilidad. Hay que ir por partes: 1.- De entrada, el mandatario estatal ponderó que los tres poderes estaban funcionando en forma normal. Es decir, el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial. Pero el punto abanica no hacia su funcionamiento, sino en cómo los tres poderes se están involucrando en la entrega de resultados a los ciudadanos en materia de contención de la violencia y garantía de la seguridad pública. Y en este sentido, ni el Legislativo debate y aprueba leyes más severas en materia de delincuencia organizada. Ni el Poder Judicial impone sanciones justas y ejemplares a los delincuentes, quienes al final resuelven su situación con dinero. Es decir, la justicia en Guerrero se sigue ofertando al mejor postor. Y esa deplorable situación abre paso y fortalece, la impunidad. ¿Cómo legitimar la gobernabilidad en el discurso, cuando no se combaten de raíz las situaciones sociales que la trastocan y debilitan sensiblemente? Los tres poderes funcionan en Guerrero, pero solo para los intereses y beneplácito, de un apretado círculo del poder. La Ley, la Justicia y el Orden, se siguen aplicando selectivamente. 2.- Previo a su informe de los cien días de gobierno, ocurrieron sucesos sangrientos que empañaron el discurso optimista del mandatario estatal tricolor. Resaltaron los más de diez muertos en la comunidad de El Cundancito, municipio de Coyuca de Catalán, el secuestro del empresario Gustavo Borja García en Ciudad Altamirano, la ola de asesinatos en Acapulco, Chilapa e Iguala, y los ajustes de cuentas, narcomantas y balaceras en Chilpancingo, la capital. ¿Acaso se puede presumir que existe la gobernabilidad cuando los hechos desmienten con creces y con crudeza, las poses engañosas del poder? ¿Se puede apelar a la legitimidad del Estado, cuando no ha cumplido con sus gobernados y eso de alguna forma, lo deslegitima ante ellos? 3.- Para subsanar el problema de la inseguridad y la violencia que crecen sistemáticamente en una entidad vapuleada por el hambre, la pobreza y la ausencia de empleo; el mandatario estatal anunció la contratación de 3 mil nuevos policías. Pero el problema no es el incremento de los números en materia de gendarmes, sino que se trata de un asunto de estrategia, inteligencia y voluntad política. Porque si el Estado quisiera, ya habría desmantelado a la mayoría de las organizaciones delictivas. Lo que no se reconoce es justamente, la vigencia de la cultura de la complicidad y de los acuerdos soterrados e inconfesables. Y por eso los primeros cien días de gobierno de Héctor Astudillo, han sido de muy clara y evidente ingobernabilidad. De caos, desorden y terror. De anarquía. Y de paz. Pero de los sepulcros y de las armas de fuego.

HOJEADAS DE PÁGINAS…Los cien días de gobierno van a traer también, sorpresas desagradables para muchos. Trasciende que habrá cambios en Comunicación Social –con la inexperta en medios, Erika Lürhs, que ya se peleó con mucha prensa-; y en la Secretaría de Desarrollo Social. A ver si de verdad, esos ajustes le sirven al mandatario estatal, en su errada percepción de alcanzar la gobernabilidad.