Las esperadas posadas

 

Por Chanssonier

 

Las fiestas navideñas son ansiosamente esperadas por la población; aquí entre nosotros se lleva a cabo la feria de San Mateo, Navidad y Año Nuevo, que es la que tiene una mayor antigüedad a las que se llevan a cabo en todo el país, la cual se realiza desde 1825. Un domingo antes del 24 de diciembre se lleva a cabo el Paseo del Pendón, en el cual participan un centenar de danzas regionales, la que le ofrecen un especial atractivo.

Allá en mi niñez participé en una pastorela, que era organizada por doña Tocha Arcos, la que se presentaba el 24 de diciembre en la capilla de San Francisco. El poeta español Jorge Manrique, cuando en cierta ocasión se le preguntó si se encontraba a gusto con el tiempo que le tocó vivir, manifestó simplemente cualquier tiempo pasado fue mejor.

De manera previa el catolicismo citadino, a partir del 16 de diciembre solía realizar posadas en las calles; la fecha rememoraba cuando sus padres San José y Santa María, solicitaron asilo temporal a vecinos de Belén quienes se lo negaron. La santísima virgen estaba a punto de dar a luz a Jesucristo.

En este lugar solían realizarse a media calle, posadas en las que participaba la población, quebrándose vistosas piñatas, repartiéndose ponches de piña y guayaba entre los asistentes. Los chiquillos eran quienes más disfrutaban, porque al ser rota una piñata vomitaba dulces, chiclets, chocolates y algunas frutas que eran recogidas por los jubilosos muchachos. También se daban aguinaldos.

Esta costumbre se está perdiendo con el correr de los años; en la actualidad los cientos de automóviles en circulación, impedirían las posadas callejeras como ocurría en el pasado aún reciente.

Independiente a las posadas en los barrios, diversas dependencias de gobierno solían realizarlas, aun cuando para poderlas disfrutar se contrataban orquestas de la ciudad de México, para alegrar las veladas. Posiblemente la más esperada, era la que organizaba el gobierno del estado, la cual se desarrollaba en el interior del palacio de gobierno. Siendo gobernador el general Alberto F. Berber, ordenaba abrir la puerta de ese lugar, en donde los asistentes podían pasarse una noche inolvidable, porque todo lo costeaba la administración pública. ¡Ahhh tiempos aquéllos!

 

Desaparecieron pastorelas

 

Desde hace buen tiempo desaparecieron del panorama de la población, las gustadas pastorelas que la gente llamaba sencillamente Los Pastores; se trataba de niños que hacían su pública aparición la noche del 24 de diciembre, fecha de la Nochebuena, quienes acudían a las iglesias a rendir homenaje al Niño Dios, nacido en su pesebre.

Dos pastorelas eran las que mayor atención acaparaban, siendo ellas la que alentaba doña Fructuosa Arcos (doña Tocha); su grupo de infantes acudían a la capilla de San Francisco, en donde de manera anticipada se había construido un nacimiento, adornado con pequeños focos multicolores. El Ángel, La Gila y Bartolo, fueron personajes que siempre disfrutaron del reconocimiento de la concurrencia, en ese modesto sacro lugar.

En la iglesia de la Asunción hacía acto de presencia la pastorela de don Demetrio Sonora; retirado por edad el evento navideño, surgió como su sucesora Elvira Adame, quien mantuvo esta tradición hasta que abandonó este lugar.

Actualmente las pastorelas han desaparecido del mundo chilpancingueño; hoy se viven otros tiempos siendo solo una añoranza.