Funcionarios pierden vista y oído por el Hybris

 

Felipe Victoria Zepeda

 

El principal problema terapéutico en el caso de las adicciones es que los enfermitos reconozcan que lo están; mientras no se logre ese punto de partida, todo es inútil.

¿Por qué no fundar grupos de ayuda para Hybricos Megalómanos Anónimos, para que asistan a sesiones por lo menos semanales servidores públicos y funcionarios?

Sería requisito su consentimiento firmado ante Notario Público, no sea que a las primeras “regañadas” se dijeran secuestrados, haciendo bronca con organizaciones no gubernamentales dizque defensoras de Derechos Humanos, con la salvedad de que esos grupos no serían responsabilidad de autoridades gubernamentales, sino de la comunidad ciudadana cansada de tantas ‘chanderas’ de parte de burócratas arrogantes y prepotentes a los que se les perdió la brújula y el camino de la sencillez y la humildad.

Se adaptarían espejos con barlapas para que los asistentes se vean como son de veras y no como creen ser o les dicen los subalternos parecieran ser.

Igual se adaptarían bafles para que escuchen las tontejadas que repiten con frases huecas de palabrejas tecnocráticas que suenan apantalladoras, pero no dicen nada.

Después del “selfie” terapéutico para que reconocieran que deben bajarle de espuma a su chocolate, hacerlos aguantar en tribuna de uno por uno a los compañeros de enfermedad, para que vean sus copias al carbón explicando sus “chingonerías personales” de cómo se sirven de la gente, en vez de servirles con eficiencia y eficacia.

Eso sería parte del método ego reductivo, además de ponerlos a hacer faenas incómodas como servir de meseros de café y té o andar limpiando ceniceros.

Por supuesto que si alguno de los amables lectores ha presenciado alguna junta abierta en los grupos de ayuda y recuperación contra el alcoholismo, sabrá que esto es una vil copia, como lo hacen también en Neuróticos Anónimos del sistema de los doce pasos instituidos por Bill y Bobi en los USA, pero estos Grupos Anti Hybris y Megalomanía serían para rescatar a la normalidad a tantos burócratas engreídos que padecemos.

No hablo de juntas cotidianas sino aunque fuera semanales, de preferencia los domingos que son de asueto y convivencia familiar para la gente normal, consiguiendo así que por lo menos un día de cada siete los pobrecitos descansaran de inventar burradas y aparentar grandiosidad ociosa.

Los otros seis días se la pasan en eventos con acarreados para aplaudir las ocurrencias faraónicas de los jefes, pero en los nuevos Grupos Antihybris estaría prohibido hablar de política y partidos.

Se trata de que se vean tal como los del pueblo de a pie los miramos y escuchamos: insensibles, presumidos y distantes, necios montados en su macho que no escuchan ni ven a nadie fuera de sus zapatos ni quieren entender lo que los gobernados necesitamos.

Perdieron la proporción de las cosas y la mesura contradiciendo lo que la prensa aún se atreve a publicar; por ejemplo llevamos semanas con un matadero cotidiano de gente que espanta y angustia a los habitantes, pero ellos fanfarronamente le dan la vuelta y declaran a los cuatro vientos que “la inseguridad va disminuyendo gracias a la acción coordinada de los tres niveles de gobierno”, y para colmo agregan que el sensible repunte turístico obedece a la eficacia de esas acciones.

¡Caramba!, ¿qué no se dan cuenta de que su hipnosis colectiva de merolicos semi estudiados no resulta y la gente, tal vez por conveniencia o prudencia aparenta estar igual de embrutecida?

Pueblo y gobierno hace rato que ya no hablamos el mismo idioma y así como en la Torre de Babel, es imposible el entendimiento, pero ellos son las gallinas del palo de hasta arriba y los gobernados las de hasta abajo.

Pensemos en la conveniencia de comenzar a combatir que siga cundiendo el Mal de Hybris y la Megalomanía en funcionarios grandes, medianos y chiquillones, que en lugar de ocuparse de cumplir con su trabajo actual, traen la cabeza en las nubes sintiendo que posan para la posteridad cuando lleguen a la cumbre quizá en el 2021, engañados por sus séquitos de incondicionales chambones.

-¡Tilín, tilín!- Suena la campanita escolar.

-Maestra Pizarrina, ¿qué ocurrencias trae para el 2016?

– Fueron a ver al marido de mi prima Proculina unos padrinos, guías y servidores de grupos de esos de las letras A repetidas para invitarlo a dar charlas en enero, cuando se les llenan los anexos tras el puente “Guadalupe-Reyes” y familiares hastiados de tantos desmanes llevan a encerrar a sus alcoholiquines, para ver si se componen o se mueren de la crudota en el intento.

-Muy triste profesora, pero hacia las “drogas blandas” hay tolerancia por la captación fiscal que genera su consumo y el último recurso para adictos enfermitos, son esos grupos altruistas, ¿verdad? ¿Qué será cuando legalicen la hierbita apestosa?

– Fundaciones como la de algún expresidente dicharachero subsidiaría grupos de ayuda para evadir impuestos de su venta en gran escala al menudeo.

-¿Y para los Grupos Antihybris?

-Apenitas se les ocurrieron chamacos, se necesitarán muchos espacios bien adaptados porque el Hybris los hace sordos y ciegos.