Ganadores y perdedores en Tixtla
Noé Mondragón
La lección no dejó lugar a ninguna duda: en el municipio de Tixtla, el candidato del PRI, Saúl Nava Astudillo, fue abandonado a su suerte. Y a diferencia de la pasada elección del 7 de junio, en la que los grupos tricolores cerraron filas en torno a él, esta vez se confiaron. Y apareció la derrota electoral como consecuencia natural de lo anterior. Sin embargo, hay otros factores que intervinieron de manera decidida e indirecta en ese descalabro electoral tricolor. Basta con asomarse a la coyuntura para entenderlo mejor.
DERROTA SORPRESIVA.- Si la mayoría de los indicadores políticos apuntaban hacia un inminente triunfo electoral del candidato tricolor a la alcaldía tixtleca, al final se impuso la sorpresa. Pero se justifica si se observa los elementos que la rodearon: 1.- El pasado jueves –tres días antes de realizarse la elección extraordinaria—, cuatro policías comunitarios pertenecientes a la Casa de Justicia La Patria es Primero, fueron asesinados en el barrio El Fortín. Presumiblemente, en una emboscada. El punto es que dichas ejecuciones ensombrecieron por anticipado esos comicios. Como tratando de inhibir el voto. Pero sobre todo, como una forma de remarcar la inseguridad que se apoderó progresivamente de esa municipalidad. 2.- Tixtla es una plaza que se calentó demasiado a raíz de la desaparición de los 43 normalistas, cuya Normal Rural de Ayotzinapa, está pegada a dicha cabecera municipal. Y si el candidato del PRD, Hoseein Nabor Guillén perdió en la pasada elección del 7 de junio –porque los padres de familia de los 43 no permitieron la instalación de más de la mitad de las urnas—, se entiende que algunos grupos disidentes tuvieron que reagruparse en torno a dicho partido, ante la posibilidad de que el PRI retornara al poder municipal. Huele a que hubo acuerdos soterrados e inconfesables. No es casual que policías comunitarios de Acatempa, solícitos y acomedidos, vigilaran la elección. 3.- Ante el calentamiento de esa plaza en una doble vertiente –por parte de grupos sociales disidentes y también de la delincuencia organizada—, en el PRI parecen haber evaluado una sola situación: dejar que el abanderado del PRI, Saúl Nava, remara solo su barca. Y se entiende: para el gobernador Héctor Astudillo, se convertiría en una doble presión política. Porque ya tiene la de la propia capital, Chilpancingo, con el alcalde tricolor Marco Antonio Leyva Mena, quien señala y reconoce que la demarcación municipal que gobierna está a merced de la delincuencia, pero no actúa para revertirla. Sin embargo y con un alcalde perredista gobernando Tixtla, la presión y el desgaste sistemático será para las tribus. En todas las vertientes. 4.- La derrota tricolor tiene también y desde la óptica política, ganadores y perdedores. Por el lado del PRD, le proporciona una bocanada de oxígeno al dirigente estatal, Celestino Cesáreo Guzmán, de quien el diputado federal, David Jiménez Rumbo, insistía sobre su renuncia. Y le abre una muy pequeña cancha también, a la secretaria general de ese partido y ex candidata a gobernador, Beatriz Mojica Morga. Por el lado del PRI, se lee como una derrota del diputado local, Cuauhtémoc Salgado Romero, pero también del actual encargado de la dirigencia estatal tricolor, José Parcero López, quien no operó con la debida eficacia ni el manejo adecuado de los hilos políticos y electorales, orientados al amarre del triunfo. Y se entiende que con esa derrota, sería suficiente para darle las gracias como encargado de la dirigencia estatal del PRI. Ganadores y perdedores se acomodaron en el tablero político local. Tixtla fue el referente.
HOJEADAS DE PÁGINAS…El secretario de Educación, José Luis González de la Vega, está descanchado. Al parecer, no tiene idea de cómo se realizarán los procesos de evaluación el próximo jueves. Y se entiende así, por la inconformidad de varios grupos de docentes de la región Costa Grande, que se quejan de los malos tratos y la ausencia de información al respecto. Además, gastará un dineral hospedando a los maestros que se evaluarán, en el hotel Princess de Acapulco. ¿Acaso el ex gobernador Rogelio Ortega, no había dejado vacías las arcas gubernamentales? ¿Entonces por qué De la Vega dilapida recursos de esa forma?