* “Ese problema no me lo planteé como posible de resolver” porque “rebasa a municipios y al estado de Guerrero”, aseguró el académico en sus últimas horas como gobernador

 

* Consideró que durante su gestión logró evitar “una rebelión, una insurrección armada que seguramente rebasaría al estado de Guerrero”

 

Gilberto Guzmán/Redacción

 

A unas cuantas horas de dejar el cargo de gobernador, Rogelio Ortega Martínez aceptó que combatir los delitos relacionados con la delincuencia organizada, de manera particular la creciente violencia que ha cobrado cientos de vidas en el estado, “es un asunto que no estaba en mi agenda”.

Entrevistado en Acapulco durante la entrega de vehículos y apoyos a la Universidad Autónoma de Guerrero (UAGro) en el Instituto Internacional de Estudios Políticos Avanzados ‘Ignacio Manuel Altamirano’ (IIEP-IMA), del cual es fundador, el todavía mandatario dijo sentirse satisfecho de entregar un estado en mejores condiciones de las que lo recibió.

Ortega Martínez calificó como lamentable que durante los 11 meses que gobernó se hayan registrado mil 700 asesinatos, pero aseguró que la inseguridad “no es un tema mío, yo ese problema no me lo planteé como posible de resolver, es un problema que rebasa a municipios y al estado de Guerrero”.

Precisó que se dedicó a resolver los conflictos sociales y políticos, sobre todo los derivados de la crisis que generó la desaparición de 43 normalistas de Ayotzinapa en Iguala, el 26 de septiembre de 2014.

Advirtió que si en nueve años, los dos gobernadores anteriores (Zeferino Torreblanca y Ángel Aguirre) no habían podido resolver el tema de la inseguridad en Guerrero, en su gobierno de emergencia resultaba más complicado que pudiera lograrlo.

Reiteró que su prioridad fue “atender fundamentalmente que el estado de Guerrero no se incendiara en una insurrección, en una rebelión que nos hubiera ocasionado mas pérdidas materiales y pérdida de vidas humanas, ese es el tema que yo me aboqué a resolver”, aseguró.

Ante los reiterados cuestionamientos de los reporteros sobre su gobierno había fallado en cuestiones de seguridad, Ortega Martínez admitió que “ese es un asunto que no estaba en mi agenda. Sí la atendimos, (pero) el tema de la delincuencia organizada es más complicado”.

Por otra parte, en entrevista que ofreció en Radio Fórmula, Ortega Martínez aseguró que durante su gestión evitó una insurrección armada que hubiera rebasado al estado, y se ufanó de que deja al gobernador entrante Héctor Astudillo Flores una entidad con gobernabilidad democrática.

“Héctor Astudillo recibe un gobierno con gobernabilidad (sic), claro, con un nuevo Congreso, la legislatura 61, 80 de 81 ayuntamientos funcionando con las nuevas alcaldesas y alcaldes, un cabildo institucional en Tixtla, ya programada la elección para el 29 de noviembre próximo, de manera que entonces los 81 ayuntamientos estarán funcionando”, aseguró.

Ortega Martínez recordó la difícil situación en que recibió el estado, cuando miles de personas salían a las calles todos los días a realizar actos de violencia simbólica, incendios, destrucción de edificios públicos, de oficinas de partidos políticos, o del Congreso del Estado, como consecuencia del Caso Iguala-Ayotzinapa.

“A mí me tocó esa situación que estuvo al borde de que se levantaran barricadas y que generaran enfrentamientos armados entre las fuerzas del orden y quienes se manifestaban todos los días, es decir, una rebelión, una insurrección armada que seguramente rebasaría al estado de Guerrero”, argumentó.

Y explicó que entonces su propósito fue el “establecer una estrategia de diálogo con todos los actores, desde los dialoguistas hasta los más extremos; diseñar una estrategia de tolerancia máxima, extrema, y darle cauce institucional al conflicto para que se pudieran realizar las elecciones”.

Reiteró que deja un estado diferente al que vivió, con problemas muy graves del crimen organizado y la violencia que vive desde hace nueve años, los problemas estructurales de pobreza y rezago social, pero insistió en que está muy satisfecho de lograr que se regresaran los 43 ayuntamientos que fueron tomados en forma simbólica tras la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa.