Alejandro Gómez

“En Guerrero existe un silencio muy preocupante; la gente tiene miedo de denunciar los actos de violencia ante posibles represalias, no confía en las instituciones que imparten justicia y temen ser callados antes de presentar alguna querella”, sostuvo el obispo de la Diócesis Chilpancingo-Chilapa, monseñor José de Jesús González Hernández, al lamentar que en la entidad no exista quien persiga el delito ya sea a petición de parte o por oficio y que ello repercute en pocas o nulas demandas.

El jerarca católico reconoció que en los recorridos por diferentes regiones, el clamor ciudadano generalizado es el incremento de la violencia y la falta de actuación del gobierno para detenerla y erradicarla, lo que impide que muchas familias puedan satisfacer su deseo de justicia, de orden, sientan que nadie les ayuda y se vean sumergidas en un ambiente de mucho dolor y desesperación, mientras los jóvenes están al borde del suicidio por la falta de oportunidades y desarrollo.     

González Hernández expuso que no se puede hablar de una estrategia de seguridad fallida en Guerrero, debido a que el estado tiene todas las herramientas y el poder en la materia pero no lo ejerce, “no puede fallar lo que no se ejerce; si ejercieran una estrategia seguramente no sería fallida y es cuestión de que quieran hacerlo pero eso no ocurre, por lo que hacemos oración para que hagan su labor y destraben los obstáculos para generar justicia”.

Aceptó su disgusto por la comisión de delitos graves donde los infractores se retiran tranquilamente ante la inacción del gobierno, sin miedo, sabidos y confiados de que no serán perseguidos por las corporaciones policiacas y que por lo tanto pueden delinquir sin mayor problema, dejando en evidencia que las autoridades prefieren no detenerlos por temor a represalias y que el orden lo llevan “quienes no deberían llevarlo”.

Habló de la existencia de mucho gobierno, de elementos de la Guardia Nacional (GN) y del ejército en las calles, sin embargo, estas corporaciones no ejercen su poder debido a que “las órdenes superiores” no se los permiten y por lo tanto habría que pedirle a esas “órdenes superiores” que no permitan tanta delincuencia en Guerrero o por lo menos no tan descarada, ante el incremento de delitos graves como homicidios no perseguidos ni sancionados.

José de Jesús González Hernández advirtió que los homicidios y la violencia en Guerrero están normalizándose y ello representa un tema muy grave para la salud pública y humana, aunado a la enfermedad psicológica, depresiva y de insatisfacción de la sociedad que busca el acompañamiento de la iglesia para ser atendidos ante su sufrimiento, aunque el clero se ve rebasado por la ola de violencia y solamente escucha, “rezamos mucho para que las autoridades ejerzan su poder”.

Ventiló que la indicación de “El Vaticano” es rezar por la paz y la unidad y que los cuatro obispos de Guerrero hablen en conjunto y “no sea un solo padre valiente”, considerando que al entonces obispo, Salvador Rangel, quisieron descartarlo por denunciar incoherencias y fallas del gobierno que generaron mucha incomodidad, “respondieron con violencia queriéndolo callar pero gracias a Dios no lo descartaron; eso puede pasar con cualquiera que toque llagas o sensibilidad gubernamental”.  

Aunque aceptó que la diversidad de ideas es positiva, el clérigo hizo un llamado a la gente a caminar unidos en los movimientos y alzar la voz de manera conjunta y no separados ante las injusticias, porque la sociedad callada se reprime y se enferma y por lo tanto debe escucharse el clamor social.