Alexis Blancas

Una torrencial lluvia registrada la tarde del miércoles dejó a su paso múltiples afectaciones en distintos puntos de Chilpancingo, siendo la zona más impactada la cercana a la colonia Galeana, donde decenas de vehículos fueron arrastrados por la corriente y una tienda comercial resultó severamente inundada.

Previo a esta tormenta, comenzaron a circular en redes sociales imágenes y videos que mostraban en el cielo, particularmente sobre la ciudad de Tixtla, una formación nubosa inusual que muchos describieron como un “mini tornado”. Las imágenes captaron un embudo o cono descendiendo de las nubes, acompañado de fuertes vientos que arrancaron láminas, ropa y objetos de las azoteas, además de sacudir árboles hasta casi derribarlos.

En este contexto también resurgieron en redes comentarios que hacían alusión a una antigua creencia: la “serpiente de agua”. Según relatos transmitidos por abuelos y bisabuelos, se trata de una figura mítica que desciende del cielo causando destrucción a su paso. Aunque para muchos hoy en día es solo un mito olvidado, en varias culturas prehispánicas esta figura tenía un fuerte simbolismo.

De acuerdo con investigaciones sobre cosmovisiones indígenas, la serpiente o culebra de agua era considerada una entidad protectora asociada con la fertilidad. No obstante, en otras tradiciones también se le vincula con desastres naturales y destrucción. Algunos ancianos afirmaban que estos fenómenos eran mensajes de la naturaleza, que intentaba limpiar y purificar el entorno ante la maldad o el desequilibrio causado por el ser humano.

Para mitigar su fuerza, decían, era necesario realizar rituales como quemar copal, esparcir sal o rezar, dependiendo de las creencias religiosas de cada persona. Incluso hay quienes sostienen que existen otros “animales de agua” con diferentes formas e intensidades, cada uno con su propio significado.

Si bien estos relatos forman parte del imaginario colectivo de generaciones pasadas, lo cierto es que la intensa lluvia del miércoles dejó decenas de daños materiales en diversos sectores de la capital guerrerense, reavivando tanto el asombro como el temor ante los fenómenos de la naturaleza.