David Martínez Téllez

La democratitis quiere establecerse en México. ¿Es recomendable?

La democracia es la participación de la sociedad para elegir a sus gobernantes. Es la frase griega cuna de este tipo de designación política.

Es imposible la democracia directa en una sociedad elevada en lo cuantitativo. No existe un lugar o una ciudad para concentrar a un número extraordinario que se mayoría de un territorio para pedirle a la gente que levante la mano.

Para subsanar ese problema se construyeron las elecciones. Se le pide a la gente que emita un voto. La misma sociedad cuenta los votos y los partidos políticos son vigilantes del proceso.

El presidente se ha empeñado en decir que el organismo electoral mexicano comete fraude. No es así, pero muchas personas le creen.

El político profesional, como lo es mi presidente, ganó a través de una votación. Y para llevar a cabo sus propósitos nombró a su gabinete, el cual carece de perfiles profesionales en muchos de los casos; pero le son incondicionales.

Si implementara la democratitis desde el poder (como lo tiene) hubiera puesto a disposición de la ciudadanía los nombramientos. Asunto imposible, por supuesto.

Entonces ¿por qué ahora desea llevar a cabo una democratitis para el poder judicial? Abro paréntesis para el poder legislativo y aquí se eligió a sus miembros por votación.

Una de las enormes fallas o vacíos que presenta la democracia es que no necesariamente se vota por el mejor, sino, como en el caso México y en otros países, se realiza el escrutinio sobre el más popular. Que dicho sea de paso no es sinónimo de lo mejor.

No debería someterse a voluntad popular la composición del poder judicial. Porque este es una institución donde se encuentran personas con capacidad profesional. Es decir, no son cualquiera como en el poder presidencial o legislativo. Por supuesto que existen honrosas excepciones, pero en general presidentes y legisladores dan a hasta pena ajena.

Los magistrados son profesionales en su materia. Ofrecen sus puntos de vista a partir de lo que se encuentra en la ley. No consideran en sus exposiciones gustos personales o inclinaciones políticas.

El presidente, así lo considero, se inclina por cuestiones políticas, simplemente por ser el  poder ejecutivo. Con esta posición lastima la democracia porque ésta considera tres poderes: ejecutivo, legislativo y judicial. Debería establecerse un intercambio de opiniones y no un sometimiento.

La democratitis es saludable cuando tienes a un pueblo informado. Una sociedad lectora. Si carece de la segunda característica tenemos a una sociedad alienada. En estos momentos nuestra sociedad repite lo que escucha a diario desde el poder ejecutivo. Esto obedece a que le entregan dinero en efectivo. 

No somos una sociedad pensante, sino dominada por la necesidad de unos cuantos pesos.