La noche de lo que se esperaba ser una celebración patriótica se convirtió en un caos y desorden en la plaza cívica Indalecio Ramírez, donde el Ayuntamiento de Igualapa tenía planeado llevar a cabo una serie de festividades para conmemorar los 213 años de Independencia de México.

La discordia se desató durante la representación de la Danza de los Apaches, cuando un grupo de jóvenes, además de los bailarines, empezó a imitar a los gachupines, desencadenando una versión caótica de la tradicional confrontación entre ambos grupos.

Inicialmente, el alcalde observaba la situación con una sonrisa complaciente desde el escenario, pero la situación se deterioró rápidamente debido al exceso de euforia y al consumo de bebidas alcohólicas proporcionadas por el gobierno municipal.

Los bailarines pasaron de la diversión a la confrontación física, lo que provocó una serie de insultos y golpes.

Los espectadores, desesperados por la situación, intentaron pedir ayuda a la policía y al alcalde, pero ambos se mostraron impotentes para controlar la trifulca.

En medio del tumulto, el alcalde intentó proteger a la joven que representaba a un personaje indígena, mientras que otros funcionarios municipales también trataron de mantener la paz.

La falta de organización y planificación de los festejos patrios dejó en evidencia la incapacidad del Cabildo de Igualapa para garantizar la seguridad pública. Los agentes de policía preventiva, que carecían de la formación adecuada, demostraron ser ineficaces para controlar incluso una confrontación de este tipo, lo que resultó en varias personas heridas.

A pesar de estos disturbios, el alcalde procedió con la ceremonia del Grito de Independencia una vez que la calma regresó.

Sin embargo, una gran parte del público ya se había retirado debido a los incidentes violentos que marcaron la noche del 15 de septiembre.

Además, el desfile de Igualapa resultó ser poco destacado y con una asistencia mucho menor de lo esperado.

Esto se debió en gran medida a la falta de respuesta satisfactoria por parte del alcalde a las promesas incumplidas hechas a directores y maestros de las escuelas locales, como la escuela primaria Ignacio Zaragoza, cuyos maestros y padres de familia decidieron no participar debido al desinterés del alcalde por mejorar la infraestructura educativa en beneficio de la comunidad.