En el Fraccionamiento Suspeg de Chilpancingo, todos los días, sin falta, a las 5:00 am, Doña Lolis se levanta con una sonrisa en el rostro y un propósito en su corazón. 

A sus 93 años, ella sigue siendo la maestra indiscutible de los buñuelos azucarados, una receta que ha pasado de generación en generación en su familia.

Con manos expertas y una paciencia infinita, Doña Lolis amasa la masa suave y esponjosa, da forma a los buñuelos y los sumerge en el aceite caliente hasta que se vuelven dorados y crujientes. Luego, los rocía generosamente con azúcar, creando una delicia irresistible que ha hecho que sus vecinos esperen con ansias cada amanecer.

Sin embargo, lo más asombroso de todo es su dedicación. A pesar de su avanzada edad, Doña Lolis está decidida a seguir trabajando duro para mantener viva esta tradición familiar y endulzar la vida de quienes la rodean. Pero a veces, el cansancio la alcanza, y es ahí donde sus vecinos entran en juego.

La gente sabe que cada venta le permite regresar a su casita con una sonrisa, sabiendo que su trabajo es apreciado y que puede descansar.

Así, con el apoyo amoroso, Doña Lolis sigue endulzando las mañanas de Chilpancingo con sus buñuelos, y aunque el tiempo avanza, su pasión y espíritu siguen siendo una inspiración para todos los que tienen el privilegio de conocerla. ANG