David Martínez Téllez

Lo que está en juego en la oposición (PRI, PAN y PRD) a Morena es la credibilidad de los partidos políticos.

Se habían acercado para intentar eliminarla. Hasta el momento se encuentran en un impasse, porque impulsaron como coalición un órgano ciudadano conformado por expertos electorales y académicos de prestigio para organizar, vigilar y calificar su proceso. Es decir, pedían autonomía. Esta pieza central, dentro del rompecabezas, por el momento, se retiró.

La justificación de la distancia de esa importante sección obedece a que las dirigencias de los partidos políticos querían seguir decidiendo quién o quiénes deberían ser los candidatos y no el resultado de encuestas o lo que dijeran las urnas.

El objetivo del novedoso ejercicio político de la oposición era que los partidos políticos abrieran sus espacios a la ciudadanía. Pero muchos militantes sienten que su esfuerzo con su trabajo político se aplazarían en sus propósitos. Aquí está la resistencia. El desempeño político frente a darle paso a un ciudadano cercano a la gente.

El ambiente es complejo.

Se supone que la oposición le quiere competir a Morena la silla presidencial, o, por lo menos, el 50 por ciento de diputaciones federales. Con la segunda opción edificarían un dique para que Morena no pueda reformar la Constitución. Morena de lograr las dos terceras partes -con sus aliados- harán lo que se les pegue en gana en donde perderíamos muchas libertades.

Me parece que no es el momento de pensar en posiciones personales, sino en mantener la democracia (aún y con sus deficiencias) en donde es posible pensar diferente.

Si los partidos políticos de oposición (PRI-PAN y PRD) mantienen su posición política de primero su militancia y luego la participación ciudadana, perderemos como minoría actuante. Quedaremos como testigos de cambios en ya está instalado el autoritarismo, para continuar con una dictadura y luego vivir el autoritarismo.

Estos dos aspectos (autoritarismo y dictadura)  de la política ya los vivimos; hasta parecería que las nuevas generaciones desean probar el totalitarismo.

Les anticipo que en un totalitarismo seremos como robots; es decir, simples repetidores de lo que diga quien esté sentado en la silla presidencia. Además ya no tendríamos vida privada o si quieren íntima. A ese grado de control llega el absolutismo o totalitarismo.

Si ahorita la oposición está desdeñando a personalidades calificadas o expertas. En un totalitarismo veremos cosas peores porque ni siquiera se les pedirá su opinión como versados, sino que serán un número más. Pasarían a ser considerados –esa gente preparada- siempre y cuando se afilien al partido controlador.

Pesará más la militancia que la preparación.

Ojalá y la oposición reconsidere y deje trabajar con total autonomía a ese órgano de prestigiados expertos y académicos.