Un campo de amapolas en las afueras de Morelia, México, el 4 de marzo del 2010. (AP Photo/Carlos Jasso, File)
  • Sin embargo, habitantes de San Antonio Las Tejas no pueden comercializar su cosecha debido a que los caminos de la Sierra están intransitables 

COYUCA DE CATALÁN.— Los campesinos del ejido San Antonio Las Tejas, en la cima de la Sierra de Guerrero, dejaron la siembra de amapola para cultivar aguacate Hass.

Los habitantes de Coyuca de Catalán son beneficiarios del programa Sembrando Vida que impulsa el gobierno federal, pero aún está pendiente la comercialización.

Para llegar a nuevos mercados, necesitan caminos pavimentados para trasportar aguacate, durazno, manzanas, limones y tejocotes a ciudades como Acapulco, Tecpan o Zapopan.

La pavimentación de casi 200 kilómetros de Tecpan a San Antonio Las Tejas, también servirá para que a la comunidad acudan nuevos proveedores, trabajadores y médicos.

Desde hace cuatro años, los campos de la Sierra de San Antonio Las Tejas ya no lucen con flores rojas, blancas o moradas, tonos de las amapolas que ahí se cultivaban.

Ahora, los campos son verdes y con caminos de terracería que en tiempo de lluvias –entre agosto y septiembre— son intransitables para transportar los frutos a Tecpan, la ciudad más cercana.

En 19 mil hectáreas de su bosque de pinos y encinos, 600 están cubiertas de árboles de aguacates y otras más de duraznos, manzanas, limas dulces y limones que les intenta arrebatar el crimen.

Desde lo alto del ejido San Antonio Las Tejas, Homero Cortés reconoce que los campesinos dejaron de sembrar amapola por aguacate, porque creen que es más rentable.

Los habitantes también consideran que con estos sembradíos pueden trabajar con toda la familia sin miedo a ser perseguidos y cualquier persona puede visitarlos a la tierra de cultivo.

Sin embargo, el cambio de la amapola por el aguacate frena el ingreso para los pobladores de San Antonio ante la falta de caminos pavimentados.

Antes de 2020, a San Antonio acudían pobladores indígenas de Chilapa, Zitlala y José Joaquín de Herrera a trabajar en el ejido de la Sierra para sembrar aguacates y demás frutos.

No obstante, la pandemia del Covid 19 y los hechos violentos en la zona aquietaron la llegada de más de 200 indígenas, y ahora los campesinos de la Sierra demandan nuevamente su asistencia.