“Moralice su gobierno…”

La política guerrerense, como ocurre en muchos lugares de este México lindo y herido (es el título de un libro que esta pluma recomienda leer), está salpicada de interesantes anécdotas.

Una de ellas es la que habrían protagonizado el Presidente Manuel Ávila Camacho y el gobernador de Guerrero Alejandro Gómez Maganda, que fue titular del poder ejecutivo del estado del 1º de abril de 1951 al 20 de mayo de 1954.

Gómez Maganda, alemanista por los cuatro costados, tenía malísima relación personal y política con el sucesor del veracruzano, que llegó a ser llamado el Cachorro de la Revolución Mexicana.

Quienes conocieron casi de primera mano el incidente, aseguran que Ávila Camacho se reunió con Gómez Maganda y éste le recomendó, derecha la flecha: ‘Señor gobernador: moralice su gobierno’.

La recomendación, casi orden, del hombre de Teziutlán, Puebla, le cayó como patada de mula a quien despachaba en el Palacio de Gobierno de Chilpancingo, que por lo demás era uno de los más brillantes oradores de la época.

Y sí, Gómez Maganda le hizo caso a Ávila Camacho: nombró a por lo menos tres amigos suyos de apellidos Morales como funcionarios del gobierno del estado.

Se burló del Presidente y después pagaría las consecuencias. Fue echado de la gubernatura.