El día 28 del mes pasado, la secretaria de Educación Pública del país anunció, con impresionante irreverencia, la eliminación de uno de los programas más sustantivos, que representaba, sin duda alguna, el signo pedagógico más ambicioso y el punto de arranque hacia una auténtica transformación de nuestro Sistema Educativo Nacional: las Escuelas de Tiempo Completo.

     La ampliación de la jornada escolar impulsaba el propósito de brindar mayores oportunidades de aprendizaje, de ofrecer una educación más integral, ya que permitía el desarrollo de mayores competencias en las diversas áreas del conocimiento y posibilitaba condiciones para la formación de nuevas generaciones con mejores y mayores expectativas de futuro.

   La cancelación de más de 2,200 Escuelas de Tiempo Completo, afectando   a más de 3.5 millones de niños y jóvenes en todo el país, representa uno de los golpes que más lastiman a la ya de por si deteriorada Educación Nacional.        Las razones que se aducen para justificar esta acción, es que obedece a la “necesidad” de apoyar el programa “La Escuela es Nuestra” que está diseñado para el mantenimiento de la infraestructura escolar, que aunque es indispensable, no se justifica, porque implica abrir un profundo boquete de graves repercusiones para el Sistema Educativo para pretender cerrar otro, lastimando en buena medida el crecimiento y desarrollo del país.

     Podría entenderse también como una medida más de la “austeridad”; sin embargo, debilitar a la Educación Nacional significa condenar al país a un  acotamiento fatal de su futuro.

   Guerrero, una entidad con notables niveles de marginación, de pobreza y de histórico analfabetismo, es golpeada severamente por esta dolorosa medida, ya que afecta a más de 1,360 escuelas y aproximadamente a 150 mil niños y jóvenes guerrerenses, que operaban en horarios de 8:00 a 16:00 horas, con equipamiento para brindar desayunos y comidas a los alumnos más menesterosos, con los tiempos suficientes no sólo para el reforzamiento de aprendizajes, sino también para involucrarlos en tareas de carácter cultural, artísticas, de educación física, además en diversas actividades de naturaleza didáctica que permitieran desarrollar un esquema formativo de mayores capacidades. Permitía también, entre otros beneficios, modestos estímulos económicos a los maestros de grupo, la contratación de habilidosos profesores en las diversas tareas cocurriculares y se procuraba la cuidadosa atención nutricional e higiénica de la alimentación de los educandos.

   Las 1,360 Escuelas de Tiempo Completo diseminadas en las siete regiones del estado funcionaban en los niveles educativos de Preescolar, Primaria y Secundaria; tenían como exigencia, aplicarse en planteles de organización completa y que estuvieran asentados en localidades y territorios de relativa marginación en donde los alumnos provinieran de hogares de modesta condición económica y social.

   La cuantiosa inversión para el equipamiento de cocinas, los significativos recursos aplicados en los mecanismos de operación, pero sobre todo la pérdida de los procesos pedagógicos, de los esfuerzos y experiencias de los docentes, hoy caen irremediablemente –tal y como sucedió con las Estancias Infantiles—, en el fangoso pantano del retroceso y la ignominia.

   Correspondería a la Secretaría de Educación Guerrero plantearle a la gobernadora del estado, Mtra. Evelyn Salgado Pineda, un diagnóstico de resultados de la operación de este importante programa para poder corroborar su eficacia y eficiencia y de los beneficios logrados en el periodo de su aplicación en el Sector Educativo guerrerense, recurrir a su rescate  para poder utilizar el equipamiento y los materiales didácticos, pero sobre todo para lograr recoger las valiosas experiencias pedagógicas y reencauzar las bondades de este trascendente programa.

   Entendemos que la compleja situación económica del estado dificultaría rescatar o reemplazar las Escuelas de Tiempo Completo con la operación de un programa similar, pero si poder plantearle al Ejecutivo Federal una motivadora y necesaria propuesta que refleje las exigencias de un estado que, como Guerrero, continúa en espera de una mayor y mejor atención de la Federación.

   La desaparición del Programa de Escuelas de Tiempo Completo lastima sensiblemente a los más desprotegidos y golpea de manera severa el desarrollo de un país y de una entidad como Guerrero urgido de una educación de mayor calidad.