Por Ernesto Franco Pérez

Han pasado ya algunos meses desde que el proceso electoral arrancó en nuestro estado. Pudimos ver infinidad de candidatos, muchos nuevos, muchos los mismos de siempre, pero esto tiene un trasfondo social, el hecho de que existan tantos candidatos nuevos no solamente es por la política que tiene MORENA en sus estatutos de permitir “a quien sea” en sus registros. El hecho de que existan más precandidatos o aspirantes de todos los partidos, se atribuye, entre otras cosas, a la condición de no saber diferenciar entre la administración pública y la política, como lo explico a continuación.

Todos los políticos pueden ser buenos funcionarios, pero no todos los funcionarios pueden ser buenos políticos, es aquí donde muchos actores pierden el piso. Piensan que por despachar en una oficina a alguien con amabilidad, atención y carisma, son buenos políticos (son elementos básicos para ser un buen funcionario) aunado a que existe mucha gente que te adula o grillea, pues existe un fenómeno social en el que todo lo que tiene que ver con instituciones gubernamentales, automáticamente se relaciona con los políticos, que no está mal, pero tampoco bien. Es decir, si un funcionario hace mal las cosas, a quien culpan directamente es al político, la gente relaciona una pésima atención con el poder ejecutivo, pero por otro lado, cuando un funcionario hace bien las cosas, el funcionario se congratula con sombrero ajeno. Y ahí empieza, la gente sale de la oficina bien atendida, va por los pasillos diciendo que eres muy atento, que ojalá todos los “políticos” fueran como tú, que pudiste resolver su asunto, ¿por qué no te lanzas? harías buen papel, entre muchas cosas más.

Pero para la política se necesita vocación, no una vocación de servicio, como todos lo dicen en sus viejos discursos, porque no existe persona en este mundo a la que no le guste ayudar, pues es la propia naturaleza del ser humano. Ser servicial o ayudar a los demás se nos da a casi todos. Para la política se necesita vocación, ya corresponde a los nuevos cuadros investigar sobre qué tipo de vocación se necesita.

El problema radica precisamente en eso, por haberte desenvuelto correctamente en una oficina, piensas erróneamente que la política es igual y no es así. Quienquiera que haga política o se meta en este mundo, anhela llegar al poder, ya sea para encausarlo y lograr cambios o meramente al poder por el poder. El poder conlleva sensaciones extralimitadas, pues quien tiene poder logra someter a los demás, así llana y sencillamente eso es el poder.

Aquí es donde el poder se logra con política y esto es, el primer filtro para darte cuenta de que no por ser buena persona, mereces el poder. Recordemos que no se vive solo de buenas intenciones, sino ya estaríamos gobernados por monjas, altruistas o ecologistas. Hacer política es ser político y no todos pueden ser políticos.  Hubo quienes ya tuvieron oportunidad y no hicieron nada, porque no saben ni supieron cómo hacerlo, no tienen la vocación, pero no entienden y descubrieron un medio para ganarse el sustento, convirtiéndolo en vicio, no saben hacer otra cosa más que vivir de la política, no para la política, alejándolo de la virtud.

Nadie en su sano juicio entrega el poder a cualquier persona, esa es la razón por la cual existen los famosos padrinazgos, es raro aquel que llega lejos sin alguien que lo impulse o que le abra camino, pues el poder se dosifica, se va heredando, se suelta a cuenta gota. Hay actores que pensaron nunca necesitar de padrinazgos o de partidos, hoy reculan. Hay aun varios que piensan que por ser buenos en su chamba de oficina, el político le dará el bastón de mando y hay otros que definitivamente no saben ni dónde están parados, que hacen campaña como si supieran hacerla, que buscan un distrito o municipio y no salen de los barrios tradicionales o solo suben la foto de sus “actividades” haciendo como que convencen a la gente. De que los hay, los hay.

Lastimosamente viene la gran decepción en unos días. Quienes llegaron por consenso o con aprobación para operar políticamente y no lograron ser candidatos, serán calmados por sus superiores, como siempre ha pasado y siempre pasará, pero quienes no llegaron mediante acuerdos, que se inscribieron a diestra y siniestra, los que piensan que lo merecen solo porque sí, los que juran que traen varias “canicas y no logran ser candidatos, causarán molestias no solo dentro de los partidos, sino dentro de los grupos políticos o con sus similares.

Lejos de hacer ver a los demás que es un ejercicio democrático, lo que ocurrirá por falta de experiencia en negociaciones políticas, es que darán “premios de consolación”, dejando a un lado a los que llevan tiempo buscando el cargo o a la misma gente que pertenece al partido mucho antes que otros. Por ejemplo, un aspirante que quiere ser candidato por un distrito, por el simple hecho de inscribirse piensa que ya tiene derecho sobre ese espacio, lo que conlleva a que en caso de no quedar seleccionado, quiera negociar un cargo de menor envergadura, ya sea una sindicatura o regiduría, o ya de plano un cargo en la administración. Hoy vemos cientos de aspirantes registrados, algunos que tomaron la decisión en una tertulia, otros que lo tenían en mente desde hace años, otros que siguen incluso estudiando y otros cuantos que lo hicieron nomas porque sí, chicle y pega.

Hoy, esos políticos al vapor generan una sensación de burla hacia la política, hacen creer al resto de la sociedad que la política es un tema menor, que cualquiera puede tomar las riendas y dirigir los destinos de un municipio o estado, que cualquier persona puede con las decisiones difíciles que conlleva ser político y, una vez más, con estas acciones estamos aún más lejos de profesionalizar la política, pues si ya se inscribe fulanito, ¿por qué yo no? Los políticos al vapor tienen su auge en este proceso electoral, si seguimos con estas mismas prácticas, en el 2024 habrá más del doble de los registrados hoy, generando un cansancio aun mayor por parte de la sociedad, provocando apatía y distanciamiento, pues la similitud que existiría entre un aspirante y un comediante, será directamente proporcional al desinterés colectivo para futuras generaciones.

Es cuánto.