El 22 de octubre, la Secretaría de Seguridad Ciudadana de Ciudad de México allanó varias casas y departamentos en el llamado barrio bravo de Tepito, en el centro de la metrópoli, en la búsqueda de integrantes del grupo delictivo La Unión, un cártel local dedicado a la venta de drogas al menudeo.
Las autoridades policíacas descubrieron, además de armas y drogas, una serie de cráneos y huesos alrededor de lo parecía ser un altar a la Santa Muerte, dentro de una casa en donde, según vecinos, se hacían rituales de santería.
En el lugar también se encontraron imágenes religiosas, cuchillos y restos humanos presuntamente usados en rituales de una variante del Palo Mayombe de la religión yoruba de África.

De acuerdo con testimonios de los vecinos, el altar era usado por los integrantes de la organización criminal La Unión para salvarse de las balas y librar a sus enemigos y a la policía.
Un análisis de la organización Insight Crime, especializada en temas de seguridad, compara que una situación similar ocurrió el 26 de septiembre en Colombia durante una operación dirigida por el Ejército en contra de “Los Urabeños”, en el departamento (provincia) de Chocó, Colombia, cuando las autoridades encontraron un cuaderno con conjuros y embrujos hechos para proteger a los miembros de ese grupo criminal.
En el libro se podían leer hechizos para curar dolores, detener hemorragias e incluso evitar ser mordidos por culebras.
El grupo “Los Urabeños” es bastante conocido en su país por sus prácticas esotéricas. En el pasado, las autoridades han incautado amuletos con rezos para protección de varios cabecillas. Uno de los más conocidos fue el operativo en el que murió Roberto Vargas, alias “Gavilán”, segundo al mando de la organización, y a quien se le encontraron dos garras disecadas de un gavilán que usaba como amuleto de protección.
Si bien este no es un fenómeno nuevo, estos dos casos ponen de relieve cómo prácticas religiosas alternativas, desde la devoción a la Santa Muerte, continúan penetrado la cultura del narcotráfico en América Latina.
“Tradicionalmente, el esoterismo narco en países como México y Colombia ha sido una mezcla entre las creencias y rituales de la brujería y las tradiciones propias de la religión católica. Estos sincretismos están presentes tanto en la adoración a los santos apócrifos y las constantes referencias a personajes e historias bíblicas en los rituales que se llevan a cabo, como en los elementos propios de cultos como la santería”, señala el estudio de Insight Crime.
En México, el culto a la Santa Muerte tiene miles de seguidores en todo el país.
Además de los altares encontrado en el centro histórico de Ciudad de México, ciudades como Ecatepec, con alta actividad criminal, “se han convertido en el bastión de esta práctica que atrae a criminales que buscan protección espiritual por fuera de la Iglesia Católica”.
Otro famoso culto en México se ha dado alrededor de Jesús Malverde, un santo declarado apócrifo por la Iglesia Católica y conocido como “el santo de los narcos”.
Este “santo” cuenta con su propio templo en la ciudad de Culiacán, en el estado de Sinaloa, por donde han pasado varios narcos conocidos como Rafael Caro Quintero y hasta Joaquín “El Chapo” Guzmán.
También se ha conocido que sicarios de distintos grupos criminales le rezan a San Judas Tadeo, conocido en como el santo de las causas imposibles, para consagrar sus balas antes de cometer un asesinato.
Este santo se convirtió en la principal figura religiosa de los criminales colombianos durante la década de los ochenta.
