Por R. Salgado L.
Como se comentó en días pasado, las Leyes Secundarias o también conocidas como “Reglamentarias” estarían ante la inminencia de ser aprobadas por el pleno de la H. Cámara Federal de Diputados y quedó lamentablemente confirmado; lo que podrá ser un grave y delicado retroceso sufrido por la Educación Nacional al pretender introducir exigencias inadmisibles promovidas por los grupos de presión ocasionando; sin duda alguna, la pérdida relativa de la rectoría del Estado.
Acabaron por desterrar la existencia de los Procesos de Evaluación, significando con ello dejar de valorar la eficacia o eficiencia en todas las formas, acciones, instrumentos metodológicos, de acceso al Servicio Docente, los mecanismos para fines de promoción o ascensos, lo que representa dar paso a la anarquía, al desorden y al de seguir apostando al sectarismo político-sindical, fenómeno que mantiene en la mediocridad a cientos de comunidades y centros educativos y que por años han estado soportando la inconsistencia educativa, ante la falta de calidad en la prestación del servicio.
En las Leyes de referencia se insiste inexplicablemente de que todos los procesos de operación o funcionamiento del quehacer educativo, estén atados a los designios y mandatos de “Comisiones Tripartitas” en las que invariablemente estarían como sujetos de mando y de autoridad o totalitarismo las propias corrientes sindicales, poniendo en inminente riesgo la conducción de la Educación al dejar en manos de grupos con intereses distintos y no a la esfera Institucional encargada y obligada de velar por la preservación de los Interesas Nacionales.
Debió de ponderarse a través de profundas reflexiones, que para proceder a la entrega automática de plazas a los egresados de escuelas normales públicas, debió previamente considerarse:
La construcción de un nuevo y renovado Modelo Educativo en las Escuelas Normales, que den garantía plena y absoluta de acreditar alta suficiencia y capacidad técnica, pedagógica y administrativa altamente consistente.
La medida no debería implantarse de inmediato, en tanto los filtros de acceso a la Educación Normal no contemplen la existencia de una verdadera y auténtica vocación para el servicio docente y de una sólida conciencia social.
La regulación y estricto control sobre la matrícula, para que la demanda se ajuste a las auténticas y verdaderas necesidades del servicio.
En lo referente a la desaparición de la Institución Normativa y Técnica dedicada a la construcción de escuelas, nos parece medida inadmisible y de notable retroceso, porque independientemente a los buenos deseos del presidente, de que el mantenimiento y edificación de espacios educativos sea a través de apoyos directos a los padres de familia, podría generar decisiones que trastocarían el orden y la disciplina en el diseño normativo. Una institución de prestigio, que se ha venido consolidando por su alta eficacia en la infraestructura física escolar, no parece ser medida adecuada el de desaparecerla.
Advertimos que en algún momento el abuso, el exceso, la irresponsable permisividad, hizo que se perdiera la sana esencia del sindicalismo, que nació y se mantuvo vigente durante algún tiempo; prevalecieron las legítimas razones que le dieron vida, como es el de velar y proteger de atropellos y excesos de la autoridad, del patrón o del poder procurando hacer que la razón, el derecho y la justicia hacia los propios trabajadores, fuera un asunto de absoluto prevalencia.
A nadie extraña que en el pasado hubo dañinas prácticas de un rancio sindicalismo, que invadió las esferas oficiales de mando en la SEP y que hoy pretenden hacer regresar con mayores e injustificadas demandas a todas luces improcedentes.
Lo que un país debe cuidar con esmerado empeño, es su educación, pues es precisamente la política pública de primer orden, es la que define los márgenes de prosperidad y desarrollo Nacionales; nada ni nadie podrá justificar desviaciones, omisiones o debilidades en la sagrada encomienda de la enseñanza, y menos tolerar cuando se pretende poner en riesgo el futuro más preciado de una Nación, como lo son los niños y jóvenes de este país.
Los legisladores federales estarán en estos días ante actos de remordimiento de conciencia después de la aprobación de las leyes secundarias, dejaron pasar lo que la fuerza de la presión y la sinrazón les exijan y omitieron actuar con firmeza, razonamiento y con patriótica conciencia de lo que le es vitalmente necesario al país y de haber luchado por un legítimo intento y dar categórica respuesta de mayor fortaleza a nuestras Instituciones.
Correrá a cargo de la Cámara de Senadores el destino de las Leyes Reglamentarias de la Educación Nacional y será la historia la que juzgue con severidad la posición o conducta que cada Legislador asuma.
Es inaceptable suplantar por el capricho, la necedad y los inconfesables intereses de grupos proclives al conflicto, que de dar entrada a los planteamientos de investigadores, académicos , pedagogos, prestigiados educadores y profesionales en materia de la ciencia educativa quienes pudieran forjar sólidos cimientos de una educación que reclama el sano interés de todos, por el bien de la Nación.
