Sadyhel Astudillo

Envío de manera adelantada una enorme, cariñosa y sincera felicitación a mi hermana Aline quien esta semana cumplirá un año más de vida. ¡¡Enhorabuena y que vengan muchos más!!

Entremos en contexto, el Biocentrismo es una teoría que afirma –o defiende- que todo ser vivo, sin importar su tamaño o forma de vivir merece un respeto moral por el simple hecho de ser una manifestación de vida. Una idea por demás excelente y que debería de difundirse más; sin embargo, y como ocurre muchas veces con algunas propuestas e intenciones, estas se “salen de control”; en este caso fue la generación del Biocentrismo extremo ¿En qué consiste? Este menciona que, sin importar que un ser vivo provoque la muerte de otros, aun así su vida debe de ser respetada y no interferir en ella.
Siguiendo este supuesto, si una plaga ataca algún cultivo, no podría fumigarse para no privar de la vida a esos insectos o si algún animal invade el terreno de otros y los caza ocasionado que las presas lleguen al peligro de extensión, aun así no se haría algo al respecto contra el depredador ya que sería moralmente incorrecto asesinar a un ser vivo por proteger a otros. Por eso se le llama extremo, porque se busca llevar acabo sin importar sus consecuencias.
Ahora es válido hacerse una aclaración, si de verdad se respetara esto a cabalidad, todas las personas que se consideren biocentristas extremos, morirían en poco tiempo. Recordemos que en nuestro interior viven un sin número de bacterias –entre otros microorganismos- las cuales, aunque sean diminutos (microscópicos de hecho), son seres vivos y siguiendo la lógica ya mencionada, no se deberían de consumir antibióticos ni desparasitantes para no asesinarlos “antes de tiempo” pero, eso inevitablemente culminaría con la muerte del hospedero es decir, el ser humano.

En esos casos reside lo complicado del asunto, en que si preservamos el bienestar de cualquier ser vivo sin importar las consecuencias, en poco tiempo los humanos nos extinguiríamos y la tierra volvería a ser dominada por el más fuerte, astuto y que mejor se “adapte” al entorno. Por consiguiente todo aquel que se considere a si mismo biocentrista extremo, lo hace con doble moral. Aun así y por complicado que suene, les debo de decir que todos los seres humanos practicamos un derivado de ese Biocentrismo extremo ¿Por qué?
Recordemos su definición; preservar la vida de un ser vivo sin importar que ponga en peligro la de otros. Cambiemos la palabra vivo por humano, quedando: preservar la vida de un ser humano sin importar que ponga en peligro la de otros; esto es literalmente los tiempos actuales, no nos importa la extinción de especies, la tala inmoderada, la caza “deportiva”, entre otras atrocidades que cometemos contra todas la manifestaciones de vida con tal de seguir nosotros con extremas comodidades sin importar cuántas otras vidas –sin importar su tamaño- se pierdan en el proceso.
Existe algo (según) extinto llamado antropocentrismo, el cual mencionaba que el hombre era el centro del universo –metafóricamente hablando- y todo giraba a su alrededor es decir, considerarse así mismos la especie dominante o especial. Hoy sabemos que no es cierto y que el mundo bien podría seguir sin nosotros, por lo tanto se menciona que esa idea está casi desecha, pero hoy toca decir que no del todo. Nos salimos del centro del universo pero, ahora mantenemos la idea de que nuestra vida vale más que la cualquier otro ser vivo, entonces, se puede afirmar que estamos en los tiempos del Bioantropocentrismo (si, vaya palabra).
En conclusión, no nos queremos bajar del pedestal sin importar cuantas especies se tengan que sacrificar para mantenernos ahí; pero bueno, nunca es tarde para cambiar de parecer, recordemos que no estamos hasta arriba del reino animal, de hecho en temas físicos estamos hasta abajo, entonces ¿Por qué no respetar a los demás seres y vivir con ellos y no a expensas de ellos?