Isidro Bautista
El caso de Rosario Robles debe significar, primero, que el que la debe la paga, y, segundo, que puede servir como un excelente distractor para que el país, como el mezcal: si no quita el dolor, por lo menos se olvida.
En México la causa de sus males ha sido y es la corrupción, igual que el alcoholismo: no respeta clase social, edad, sexo, religión, partido político, etcétera, etcétera, de tal forma que casi todos cojean, unos más, otros menos, como la exdirigente nacional del PRD.
Cometió pecado terrenal, y hoy la paga. Dicen los mortales: el que la debe la paga, tarde o temprano, más bien, se la cobran. Su defensa jurídica la llama presa política.
Y es que, si se informa uno siquiera un poco, observará que no fue a prisión por habérsele encontrado justamente elementos jurídicos suficientes por los delitos imputados sino bajo una suposición, una presunción, una corazonada, una sospecha, de que, de no encerrarla, podría haberse pelado, huir u ocultarse para evadir la acción penal, dada la capacidad económica alcanzada para cruzar fronteras.
El Ministerio Público acusador, que forma parte del Poder Ejecutivo encabezado por Andrés Manuel López Obrador, no reunió las posibles pruebas para decretarle el auto de formal prisión. Es obvio pensar, entonces, que pudo haber existido la consigna de rascarle o buscarle “algo” con tal de no dejarla ir en libertad, sino mandarla tras las rejas “para que se le quite” lo roñosa que fue en su pasado, del pecado que cometió cuando ostentaba el poder desde el PRD.
El juez halló “algo” que quizá para otros no representaría ni la mínima importancia: falseó en proporcionar el domicilio que él le requirió.
En la famosa estafa maestra, según ha trascendido, hay otros sospechosos, pero ninguno más fue sentado en el banquillo. Han salido a relucir los nombres de Peña Nieto y José Antonio Meade, excandidato presidencial, para darle más sabor al caldo, en el sentido de que supieron de ese desvío millonario, claro, por conducto de ella. El juez le dio de plazo hasta este viernes 16 para probarlo, con la posibilidad de que uno o los dos mencionados hagan uso de su derecho de proceder en contra de la exjefa del Gobierno del DF por embarrarlos, o para hundirla aún más en el chiquero.
Ha sido una costumbre que el presidente es el rey de México, que nada de lo que él deba saber se mueve sin palomearlo. La autonomía de los otros dos poderes siempre ha sido rebasada, sobre todo cuando el PRI estuvo arriba.
Y pudiera haber aún más de ingredientes para hacer dar mejor circo, como una cortina de humo, con la intención de olvidar momentáneamente la violencia o el crimen organizado como el peor cáncer que padece el país en todos sus costados.
También pudiera ser para quitarse, con esa aspirina, el dolor de cabeza que le produce la caída de la economía, la caída del empleo, etc. Y ver a la 4T mejor que en cuarta dimensión.
La aprobación del ejercicio de gobierno, con ese caso, tendrá seguramente a AMLO más puntos ascendentes en cualquier encuesta, aunque por todos lados se escuchen tiroteos y caigan más muertos.
La gente aplaude al señor presidente por combatir la corrupción, por primera vez en la historia de México, con una exsecretaria de Estado en la cárcel, aunque los peores capos anden sueltos.
En campaña AMLO prometió esclarecer el caso Ayotzinapa y ya en la silla presidencial creó ex profeso la comisión de la verdad… sin ningún pez gordo todavía en la sombra. La tan llevada y traída Guardia Nacional en Guerrero, como en el resto del país, como si no existiera.
Si no es así, entonces que caigan más Rosarios, de todos lados y de todos los colores, principalmente por el asunto Ayotzinapa; que de veras ya se aclare, trátese de quien se trate… a casi nueve meses de tener el poder… a casi veinte de ir contra la mafia del poder, con Salinas incluido en primera fila.
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