* ¿Mal y de malas Durazo?
Felipe Victoria
Al otrora famoso “Moro de cumpas”, general habilitado por López Portillo en calidad de jefe de jefes y recolector de todas las policías de México entre 1976 y 1982, nadie lo hubiera desafiado oponiéndose a cualquiera de sus órdenes.
Sin certificaciones académicas ni grandes estudios elementales, sustentaba su poder en la capacidad real de hacer con eficacia lo que le tocaba hacer: frenar la delincuencia y someter como fuera a los delincuentes.
Lástima que después de su triste y solitario final en Acapulco ya no esté vivo para haber guiado y asesorado a su parientito Alfonso Durazo Montaño, como secretario de Seguridad Pública con Andrés Manuel López Obrador, en que la yegua de la Guardia Nacional le quedó grande y en manos de militares, por lo que ya se le hizo bolas el engrudo y por no medirle bien el agua a los camotes no halla como deshacerse de la disque corrupta Policía Federal que le dejaron Fox, Calderón y Peña Nieto.
Dejar sin chamba por una ocurrencia superior a unos 36 mil elementos federales, bien entrenados, que se niegan a revolverse con militares y marinos en la Guardia Nacional, equivale a soltarle demasiados “aburtos solitarios” a nuestro presidente López Obrador, dicho sea con las reservas del caso.
La inexperiencia en cargos estratégicos de seguridad pública equivale a ineptitud y se está llevando entre los pies a Ricardo Mejía Berdeja.