Por R. SALGADO L.
Concluida la elección del año 2005 y habiendo lamentado profundamente lo adverso de los resultados electorales, días después, estando acompañando al licenciado Héctor Astudillo Flores hicimos comentarios diversos, y a pesar de las fuertes y encontradas reflexiones internas que seguramente existían en el pensamiento de nuestro candidato, lo noté sereno, afable, pero con notables rasgos en su rostro, que hablaban seguramente de largas y duras noches de meditación y de las inexplicables razones sobre acontecimientos que brotaban en el recuerdo de grandes, masivas y entusiastas concentraciones ciudadanas, que no daban pie para dudar de que el triunfo era inminente.
Reflexionábamos en voz alta, no solamente de lo desafortunado del proceso, sino que brotaba la inquietud de cuál sería el destino del PRI y de la propia militancia. En el licenciado Astudillo se observaba cierta desilusión, sin embargo brotan expresiones para decir: “Estaré alejado de la política por algún tiempo”, “mi familia y yo requerimos de momentos para poner orden a nuestros pensamientos”, “puse mi mejor esfuerzo y esto no resultó”.
Todos asentimos las suficientes y sentidas razones que motivaban su decisión.
Sin embargo, percibíamos que el PRI en esos precisos momentos, requería de un liderazgo fuerte, de un personaje con sólidas fortalezas morales y políticas. Fue cuando le inquirimos al amigo: “no puedes abandonar a tu gente en momentos difíciles, hubo más de 500 mil Guerrerenses que confiaron en ti; no se puede echar a perder el valioso capital político cosechado en la contienda”.
Por el momento no hubo respuesta; continuamos insistiendo, el panorama político parecía incierto y desalentador.
Al paso de los días, y ante las serias y dudosas expectativas para el futuro, se obtuvo al fin, la decidida respuesta de Héctor Astudillo de volver a presidir con renovados bríos a la Dirigencia Estatal del PRI.
Ahí se empezó a escribir otra nueva y alentadora historia. Poseedor de una mentalidad renovada, madura y enriquecida, emprende con vigor una formidable y bien organizada tarea, no solo para rescatar el poder, sino que fue una elocuente y extraordinaria visión para conseguir y construir, años después, a un fortalecido personaje, con sólida experiencia, conciliador y con fuerte arraigo popular; es quien hoy gobierna con sencillez y eficacia al Estado de Guerrero, Héctor Astudillo Flores.
La perseverancia resultó ser, el camino certero de un líder.