SADYHEL ASTUDILLO

En repetidas ocasiones en este espacio se ha escrito sobre los animales –en distintos ámbitos-, desde los silvestres, hasta los que se encuentran en peligro de extinción, así como aquellos casos en que se trata de un ser en especial en el cual se centra el texto. En esta ocasión toca hacer mención de los animales que están en nuestros hogares.
La definición de mascota nos da dos opciones:
1.- Persona, animal o cosa a los cuales se la atribuyen virtudes para alejar desgracias o atraer la buena suerte.
2.- Figura que se utiliza como símbolo de un acontecimiento público importante.
Ambas definiciones son semejantes de hecho, al hacer alusión a una figura –persona, animal o cosa- relacionada con alegrar o atraer suerte, inevitablemente podemos pensar en los gatos de origen asiático, esos que tienen una pata alzada moviéndola “para atraer clientes” y en la otra pata sostienen una moneda “para que sean clientes con dinero”, el cual podemos ver en varios negocios sean asiáticos o no. Partiendo de ese ejemplo ahora podemos pensar en todo, las mascotas de tiendas y marcas famosas y para no decir marcas los describiré: el osito blanco, el payaso amarillo, la manzana mordida, el androide verde etc. Todos estos personajes o cosas, están con la misma intención que el gato ya mencionado, atraer clientes.
Mientras, en la segunda definición también nos topamos con personajes/mascotas, pero que no son de marcas precisamente, si no de eventos como las olimpiadas, festivales culturales, etc. El cual a final de cuentas tiene casi la misma función que los del primer ejemplo, atraer buena fortuna y muchos espectadores.
Entonces, si mi perro/gato/uron/pájaro con el que vivo y comparto tanto alegrías como tristezas, no le puedo decir mascota ¿Cómo lo llamo? Pues como lo que es, animal de compañía.
Recordemos que tanto humanos como animales (incluidos insectos, seres marinos y voladores) pertenecemos al mismo reino, tenemos capacidades diferentes y compartimos el mismo planeta para vivir. Por lo tanto ninguno tiene una superioridad sobre el otro, somos compañeros y algunas personas tenemos la fortuna de tener un animal a nuestro lado que nos da cariño y afecto incondicional a cambio de recibir lo mismo. Por lo tanto no hay mascotas, ni amos, ni dueños, solo compañeros.
Y si usted lector es de los afortunados de tener la compañía de una animal no humano o estas por adoptar/adquirir uno, esta es una invitación a que lo haga totalmente consiente de todos los cuidados que necesita, lee e infórmate si tiene el espacio indicado, el tiempo para cuidarlo, el dinero para alimentarlo y curarlo, etc.
Porque cada animal es distinto, tanto entre especies como entre razas, los cuidados de un perro difieren drásticamente entre tamaños, así como en gatos; si estos son hogareños, activos, medio callejeros, etc., ya no se diga entre tipos de peces y tipos de roedores. Y al mencionar la palabra “cuidados” abarca varios aspecto como el tiempo de sueño que necesita, el espacio para realizar sus actividades, las enfermedades a los que son susceptibles, los medicamentos que pueden o no tomar, la edad indicada para castrarse o reproducirse y un largo etc.
Así que, insisto por favor lean y analicen si realmente pueden darle lo necesario al animal que desean tener con ustedes ya que, de simplemente llevarlo con ustedes “porque si y porque quiero” va a generar penas en el animal al estar triste, obeso, enfermo y demás, así como molestias en uno al tener que llevarlo al médico –en el mejor de los casos-, invertir tiempo –más del que se pensaba- en el y en su recuperación. Claro, todo esto pensando que serán dueños responsables, en el peor de los casos simplemente los dejaran en el abandono o los sacrificarán.
Evitemos penas, gastos y muertes, primero informémonos, analicemos y ahora sí, adoptemos. Por último y no menos importante, también tengamos presente que los animales de compañía no son juguetes ni niñeras, los niños muchas veces no tiene la madurez mental para tratar a un animal como se debe y solo los lastiman, así que no solo consideren el espacio y el dinero necesario para poder adoptar, sino también la edad y comportamiento de los niños con lo que convivirá el animal.