* Café y galletas, el delirio de Bernardo
* El team back, al final de los 6 priístas
* Leticia Mosso reclama duro a Helguera
Jorge VALDEZ REYCEN
Una mordidita, chiquita, a la galleta y un sorbo al café, masticando lentamente. Ese es el deliro de Bernardo Ortega Jiménez en las sesiones parlamentarias.
Dicen que los finales de cada sesión plenaria son los más difíciles para el grupo parlamentario del PRI. Al menos, para evitar la dispersión y enviar un mensaje a sus pares, de unidad y cohesión, se reúnen en torno a la curul de Héctor Apreza Patrón… esté o no esté. Verónica Muñoz Parra y Alicia Zamora Villalva son las que llevan la voz cantante, mientras que la hija de Antelmo Alvarado les sigue el ritmo.
Es el clásico “team-back” del intercambio final de ideas y opiniones que en las últimas tres sesiones no habían hecho porque éstas han terminado abruptamente, ya sea por el abandono o por protestar y se rompe el “quórum”.
En el Congreso del Estado desde que Bernardo Ortega lo llamó “congresito”, entre sorna y burla, se vive una suerte de asedio permanente, de estar marcando rigurosa y puntualmente, los yerros, pifias, metidas de pata o dislates que cometa el “establishment” de la cúpula morenista. Más acentuadamente contra Marco Antonio Cabada Arias y contra Zeferino Gómez. A cada rato les enmiendan la plana, por errores muy marcados en fechas, citas, palabras… la de ayer fue una propuesta fechada con el año 2020.
Le dicen “chamaquear” a los morenos. Y la obra corre por cuenta del team amarillo del PRD y su pastor mayor, Celestino Cesáreo Guzmán, seguido por Bernardo Ortega y Alberto Catalán, cuya imagen es muy semejante a la de un caporal de rancho rico.
¡Ocho veces se salió de la sesión! Inquieto, con el rostro adusto, taciturno, Servando de Jesús Salgado parece estar viviendo los últimos días como parte de ese “establishment” y de la bancada color vino. Todo indica que será independiente.
Leticia Mosso, la legisladora del PT y con intenciones mediáticas, se quejó ante Antonio Helguera Jiménez de que la han excluido de las pautas, boletines y gacetillas en la página digital del Congreso. Vianey Valderrábano Sagrero minimizó la crítica y hasta la enfrentó y confrontó, pero Arturo Martínez Núñez mejor puso distancia entre ellas. Helguera, otra vez, a apagar un fuego. La directora de Comunicación Social es de “mecha corta” y se prende ipso facto.
Toño Helguera con su inconmensurable paciencia, con el entrecejo fruncido, de una camisa verde turquesa, hizo alarde de conciliación, le da su lugar a Leticia y promete trato igualitario. El desgaste es evidente en el presidente de la Junta de Coordinación Política. Lo abruman con conflictos que bien pueden resolverse en otras instancias.
Total que la sesión concluyó y los cabildeos se fueron hasta las butacas de hasta arriba, donde Moy Reyes Sandoval se sentó a conversar con periodistas. El tema es borrascoso, como las cumbres.
Y hasta los pasillos quedaron sembrados de rostros ávidos, expectantes, angustiosos diríase de algunos. Los guiños de ojos, los apapachos, las palmaditas en el hombro, los apretones de mano. La consabida banquetera se la lleva, otra vez, Toño Helguera, quien responde interrogantes planteadas “a tirabuzón”. El parlamentario responde con sonrisas, su expresión corporal es de incomodidad.
–¿Se va Servando? –le sueltan a bocajarro la pregunta.
–No sé, pregúntenle a él –soltó Helguera.
Nos leemos… SIN MEDIAS TINTAS.