Javier Cadena Cárdenas

¿Qué hacer?, con certeza es la pregunta que en estos momentos se están haciendo los militantes y los dirigentes del PRI ante los resultados nada favorables que obtuvieron el pasado domingo en los procesos electorales en seis entidades del país, en donde poco más de trece millones de ciudadanos debieron salir a ejercer su voto.
Pero más allá de ver la cantidad de votos que en esta ocasión le fueron favorables y evitaron la posibilidad de que en alguna entidad corrieran el riesgo de perder el registro oficial como partido político por no obtener el porcentaje necesario para tal fin, lo que tienen que hacer los priístas es, una vez más, ver y, lo más importante, reconocer que lamentablemente para ellos y para sus simpatizantes, hoy en día no son una verdadera opción ganadora en los procesos electorales, por lo que una respuesta correcta a la pregunta de qué hacer se vuelve realmente relevante si quieren sobrevivir después de las elecciones federales a realizarse en 2021.
¿Qué hacer?, entonces, es una pregunta que tiene varias posibilidades de respuesta, y cada una de ellas representaría, indudablemente, a cada uno de los militantes o dirigentes de ese partido político, o a cada grupo de opinión o de interés que existen al interior del mismo.
Pero desde otra perspectiva, también resulta conveniente reconocer que ese tipo de posibles respuestas no sería el mejor ni el más rápido camino a seguir para brincar este gran bache en el que se encuentra inmerso ese instituto político, y al que, de entrada, aún no se le identifica una puerta o una ventana o, al menos, una rendija sólida de escape, por pequeña que sea.
El concebir y poner en práctica una alternativa de solución a la situación que viven, y que cada día se ahonda más, no se resuelve con disyuntivas personales o de grupo, las cuales muchas veces no aportan nada a la claridad que necesitan para salir adelante de circunstancias adversas como la que padecen desde el pasado mes de julio de 2018, cuando perdieron la presidencia de la república y, por lo que se demostró una vez más el pasado domingo, la confianza del electorado.
También es indudable reconocer que una necesidad urgente y fundamental que enfrentan es el de conocer, aceptar y profundizar los puntos de coincidencia que tienen entre sí los militantes priístas, y a partir de ellos construir una nueva praxis política, misma que debe abarcar todos los campos de pensamiento y de acción, tanto al interior de su partido, como con la sociedad entera.
La pluralidad al interior del PRI y de la sociedad misma, no los debe paralizar ni mucho menos encaminar hacia la contradicción, el enfrentamiento y el linchamiento, sino más bien los debe obligar a tender puentes de pensamiento, de comunicación y de acción, y a través de ellos encontrar la sinergia que les dé la posibilidad de alcanzar sus objetivos en común.
La orientación de esta nueva praxis política los priístas la deberán consolidar a nivel personal y de grupo, en las estructuras institucionales y en el sistema político y social del país, y sin duda con ello se fortalecería la relación con sus compañeros de ruta, identificarían mejor a sus verdaderos contrarios o compañeros de ruta, y se les presentaría la oportunidad de trabajar en la construcción de un mejor México, que en síntesis es y debe seguir siendo la verdadera utopía de todos los partidos políticos.
Asimismo, es oportuno dejar en claro que esta nueva praxis política se consolidaría siempre y cuando los prístas quieran en verdad transformar esta utopía en una realidad, por lo que, hay que repetir, el responder de manera correcta a la pregunta de qué hacer se vuelve fundamental, y de entrada lo que deben erradicar son esas viejas y anquilosadas creencias de sentirse los mejores políticos, los único que tienen la verdadera experiencia de gobernar, y, entonces, reconocerse como mexicanos de a pie, con virtudes y defectos como todos sus conciudadanos.
También deben hacer a un lado las prácticas cupulares, sectarias, así como las políticas de la línea y de sentirse superiores a sus correligionarios porque tienen un encargo, llámese jefe de sección, líder de alguna estructura partidaria, presidente municipal, legislador o gobernador.
Estos dos puntos los tienen que poner en acción de inmediato y como un mero inicio hacia una nueva praxis política que los priístas deben inaugurar al interior de su partido, toda vez que en medio de esta crisis que padecen pronto elegirán a su nueva dirigencia nacional, y ese es otro gran reto para sortear.
¿Qué hacer?, se estarán cuestionando los priístas, y lo importante entonces será lo que verdaderamente hagan para convertir, o no, su utopía en realidad.
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