“Con vergüenza, a favor…”
Federico Sariñana
Serio, lanzó: “Con vergüenza. Con mucha vergüenza por el bochornoso espectáculo que estamos dando en el Congreso. ¡Qué lástima que estamos haciendo de esto una chunga! Con vergüenza, a favor”
El diputado Héctor Apreza Patrón, coordinador de los priistas fue el único que puso seriedad ante lo que pasaba: más de 20 minutos, chascarrillo, tres rondas de votación, gritos, un receso de 2 minutos (que duró horas —sí, 4 horas y 35 minutos—) para una votación…
— ¿Y el tablero electrónico de 7.1 millones de pesos? —Cuestionaban socarronamente comunicadores y ¡diputados!
— ¡Apagados…! —Se respondían entre risas.
Los diputados intentaban resolver qué hacer con una iniciativa presentó hace meses el diputado con licencia y actual súper delegado, Pablo Sandoval para reducir, de 30 a 20 días hábiles, el tiempo para resolver dictámenes en comisiones del Poder Legislativo.
— ¿No saben votar? Antes era levantar el dedo, ahora es aplastar un botón — Les gritaban con sorna desde gayola a los diputados.
— Compañeros, ¿podemos hacer votación nominal? — Pidió Verónica Muñoz, presidenta de la Mesa Directiva.
—¡Noooo! —Le respondieron sus compañeros.
—Vuelvan a ponerse de pie los que estén a favor… Ahora, en contra… ¿Abstenciones?
Ooootra vez no salieron las cuentas.
La priista Aracely Alvarado tenía un resultado. El morenista Adalid Pérez, otro. Ambos eran secretarios de la Mesa Directiva.
—Compañeros, les pedimos que, al votar, se pongan de pie.
—¡Ni para eso! —Se burlaron otra vez desde el área donde están los reporteros.
Otra vez no salieron las cuentas.
Para ese entonces, la sesión era una chunga. Todos hablaban, menos los que tenía que votar.
Si pudieran hablar, las dos pantallas gigantes instaladas para las sesiones hubieran lanzado tremendo: “JAJAJJAJAJAJA! (* En mayúsculas, por aquello de que significan estridencia).
—Quisiera votar en contra, pero por ser una ocurrencia, voto a favor…
—¡¿Cómo?! —Pidieron explicación todos.
—¡Nooo! Al revés…
—”¡¿Qué?!” (“WTF”, en lenguaje milenial)
—Como nosotros —Dijo a nombre de Ortega, su coordinador Celestino Cesáreo.
—Eso. Sí, así. —Asintió Ortega. Y se contabilizó el voto.
Por fin un resultado: 23 en contra del dictamen que rechaza las modificaciones. 21 a favor.
Ahora, ¿qué hacer con la iniciativa: a comisiones o archivarla y asunto totalmente concluido? Los morenistas se voltearon a ver. Uno a uno. Quizá alguien sabía la respuesta.
—Se somete a votación… —Instruyó Muñoz Parra.
Ooootra vez el show.
—Es que… compañeros… ¿Y si decretamos un receso? Es que… —Se quejaba sonriendo Muñoz Parra, ya recargada hasta el fondo del sillón principal de la Mesa Directiva.
—¡Doy cursos de votación! Acepto tableros como pago —Bromea de nuevo con sorna un comunicador.
—Vamos a poner La Champions (Liga de europea de campeones de fútbol) —Anticipada un diputado.
Ante la inoperancia del costoso equipo, llovieron alternativas: comprar un pintarrón y marcar barras de 5 en 5. Utilizar un ábaco gigante de diferentes colores (según el partido); juntarse, a la izquierda los que estuvieran a favor y a la derecha, los contra; un “volado”… Bueno, alguno hasta propuso un porrazo de tigres entre coordinadores parlamentarios. Eso sí, transmitido en las pantallas gigantes “pa’que sirvan pa’algo”.
Las pantallas fueron apagadas. Quizá por vergüenza. Quizá para ahorrar energía eléctrica. Quizá por ambas.
— Estamos en ensayo del Parlamento Infantil —Bromeaba el morenista Marco Cabada Arias.
—No creo, ellos ya se hubieran puesto de acuerdo —Reviró un comunicador.
Racismo y la CRAC
Como el recreo se extendió en el salón de sesiones, la morenista Yoloczin Domínguez lo aprovechó para ofrecer una conferencia de prensa y deslindarse, otra vez, del pleito de lavadero que trae con su compañero de partido y regidor de Acapulco, Alain Ramírez, con quien ha intercambiado acusaciones de todo tipo.
Al terminar la conferencia, familiares de Gonzalo Molina, líder de la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias (CRAC), pensaron en utilizar los micrófonos y la presencia de los comunicadores para exigir la aparición con vida de su cercano, desaparecido en Ciudad de México, hace unas horas.
Entonces “alguien” apagó el sistema y nadie de Morena se preocupó por prenderlo.
Roberta Campos, vocera del organismo, les reprochó a los diputados, especialmente de Morena, que llevarán horas en temas intrascendentes cuando lo de Gonzalo Molina era de vida o muerte.
Unos de Morena voltearon la mirada a la pared. Otros, se vieron entre ellos. Unos más, casualmente recibieron llamadas en sus celulares —que no sonaron—. Y todos se alejaron.
El reinicio
El receso de “2 minutos”, concluyó a las 18:27 horas. Es decir, 4 horas y 35 minutos después.
“No hay lugar donde el tiempo tenga mayor relatividad que en un Congreso”, decía un prócer.
—¿Cómo les fue en el pozole? —Les reclamaron a los legisladores. De varios se sospechaba por la camisa desfajada. Otros lo confirmaron con el pulgar arriba.
Y cuando se pensó que había regresado para concluir el tema… ¡Sorpresa! Los diputados comenzaron a intercambiar acusaciones.
Cada quien quería llevar su procedimiento. Su votación. Desde las curules, se lanzaban gritos, burlas e insultos. Parecía una de aquellas escenas de El Chavo del 8 donde, ante una pregunta de El Profesor Jirafales, todos comenzaban a gritar sin sentido.
Urgía un: “¡Ta-ta-ta-ta y ta!”.
El diputado Antonio Helguera, coordinador de Morena, pidió revisar el audio y video de la votación previa al receso “de 2 minutos” que duró más de 4 horas.
—“Congreso recure al VAR” (del inglés, video assistant referee) —Bromeaba un diputado, sobre el sistema de repetición que se utiliza en el futbol para resolver dudas arbitrales.
Otra diputada se quejó que quienes estaban en la Mesa Directiva pedían que los diputados, al momento de votar, se pusieran de pie “y ellos no lo hacían”.
Bernardo Ortega acusó que algunos diputados habían amenazado a trabajadores con despedirlos por no hacerles caso.
—¡Nombres, nombres! —Le pidieron al perredista.
—¡Norma Otilia (Hernández)! —Respondió.
A las 19:03. La fracción de Morena, en voz de Mariana García mostró su inconformidad luego de que la Mesa Directiva rechazó repetir la votación.
—Nos retiramos…
—¡Que les vaya bien! — Les gritaron los del bloque opositor.
Pero… ¡No todos se fueron! Al menos cinco morenistas se quedaron parados y de espaldas. Desconcertados. No votaron a favor, tampoco en contra. No se abstuvieron. Pero como sí estaban, había quórum. Muñoz Parra siguió con la sesión. Poco importó.
Como ya lo había dicho el diputado Apreza: Vergüenza, mucha vergüenza por el bochornoso espectáculo de convertir en una chunga el Congreso del Estado. Nunca antes se había visto algo similar.