RAÚL SALGADO L.

El artículo 115 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos establece en su fracción III inciso A, que el municipio tendrá a su cargo las funciones y servicios públicos, fundamentalmente el agua potable, alcantarillado y tratamiento y disposición de sus aguas residuales.
Habrá que admitir que los cuatro principales sistemas que operan deficitariamente son: Chilpancingo, Acapulco, Iguala y Taxco, organismos en los que se han registrado escandalosas denuncias de malversación de fondos y de un ineficiente servicio, lo que mantiene a la ciudadanía en la preocupación frecuente de la ausencia del vital líquido.
En sí, este mandato constitucional es a todas luces, evidente que desde hace algunos años han dejado de observarlo.
Conocedores en la materia han sostenido que las fuentes de abastecimiento de agua son suficientes y que quizá la deficiencia pudiera obedecer, entre muchas otras causas, a mecanismos de distribución ya obsoletos y que la operación en el reparto del agua está en la negligente organización para el tape y destape de válvulas al capricho de quienes tienen asignada la tarea.
La situación deficitaria de estos sistemas tiene mucho que ver con la operación técnica; lo que particularmente mantiene en la quiebra a estos organismos es el desbarajuste administrativo en que están sumidos:
* Sistemas contables arcaicos intencionalmente implantados y que registran resistencia para incorporarse a la implementación de nuevas técnicas, más modernas, que les permitieran mantener un estricto control de sus ingresos.
* Nóminas exageradamente abultadas que trastocan el adecuado control administrativo y técnico.
* Desvíos y manipulación de recursos por la propia autoridad municipal, incurriendo en la amañada práctica de la “caja chica”.
* Designación de directivos sin vocación de servicio, desconocedores absolutos de la operación del sistema y con una desmesurada ambición, aprovechando el desorden que prevalece en estas instituciones.
Por otro lado, estudiosos en materia de control contable han afirmado que estos organismos serían autosuficientes en la medida en que se destierre la improvisación, la corrupción y el desorden técnico y administrativo.
No se puede estar recurriendo permanentemente al gobierno del estado, que con frecuencia ocurre responsablemente en auxilio del municipio, reconociendo que es un servicio prioritario para la población, a pesar de que está demostrado que con orden, disciplina y honradez pueden funcionar y ser autosuficientes.
Bastaría con reconocer que desde hace algunos años el sistema de agua potable de Iguala atravesaba por un momento crítico en materia de adeudos y deficiencias en el servicio, sin embargo, hoy ha superado los números rojos, mantiene armonía en el personal pagando salarios oportunamente y ha pasado al nivel de ser un organismo sin pasivos y que ha emprendido una política ordenada para ampliar el servicio a no menos de 10 colonias, las que por años han sufrido por la falta de agua potable.
Tendríamos que preguntar a los igualtecos cuál ha sido el secreto de esta extraordinaria tarea y no podríamos ir lejos por la respuesta: hoy dirige con singular acierto este organismo un igualteco honrado, apasionado de su pueblo, de limpios antecedentes y que cuenta con la amplia confianza del nuevo presidente. Esto ha hecho posible que el manejo de los recursos se haga con total trasparencia, procurando un eficaz sistema de recaudación y utilizando adecuadamente los recursos para continuar eficientando la operación de este importante organismo.