Jorge VALDEZ REYCEN
* Conjura Astudillo conflictos en la FGE
* Concluye paro laboral con acuerdos
* Instruyó a SEFINA atender las peticiones
Tuvo que intervenir el gobernador Héctor Astudillo Flores para resolver el conflicto interno laboral en la Fiscalía General del Estado (FGE).
Astudillo tuvo que admitir que primero está la fortaleza de la institución que representa su gente, o sea, los agentes del Ministerio Público, los Peritos y los agentes de la Policía Ministerial. Son ellos el motor de una Fiscalía y no se pueden justificar carencias presupuestales o ausencia de previsiones en el gasto de operación de tan importante y vital institución que representa la procuración de justicia.
Con la intervención directa de Astudillo se conjuró un diferendo laboral entre trabajadores y el Fiscal, que llevó a una semi parálisis de todas las agencias del MP en la entidad.
Está claro que el oficio político se impuso, sí, aquel que entiende que la función pública debe administrarse con criterios abiertos, sustanciales, como el diálogo, la cortesía y un buen trato sin poses prepotentes, ni actitudes soberbias. La sensibilidad del gobernante deben interpretarla sus colaboradores con seriedad, más aun tratándose de una institución que representa a la sociedad y procura justicia.
Era inconcebible que tras 11 días de paro, de mesas de trabajo, negociaciones, posturas y demás, no se alcanzaran acuerdos de las partes involucradas. Al contrario, se polarizaron, se politizaron las peticiones y se involucraron legisladores que no aportaron soluciones, solo buscaron la forma de lucro político. El oportunismo legislativo llegó ante los reclamos de un bono de riesgo y un aumento salarial reclamado con justificada razón.
Astudillo ofreció a los paristas de la FGE una salida digna, eficiente y reconfortante. También impartió una lección a su titular de Finanzas, a los subsecretarios y al propio Fiscal de cómo se debe atender un asunto con prontitud, eficacia y eficiencia. El “no hay” no debe existir en el vocabulario de un político.
Algo similar ocurrió en el Colegio de Bachilleres (Cobach), donde se impuso el oficio político ante los amagos de una huelga. También se observó a un Arturo Salgado Urióstegui, en la SEG, transitar por una ruta de negociación y diálogo con la dirigencia de la CETEG.
Son tiempos de que la política debe ser una herramienta eficaz, disuasiva e imaginativa ante el cúmulo de problemas y conflictos. Es verdad que la precariedad financiera, presupuestal y de recursos juega un crucial momento, sin embargo, no es ocioso cualquier intento donde el oficio político se imponga y no se asome el rostro de la intransigencia.
El caso del fertilizante gratuito para 120 mil campesinos que esperan ese apoyo oficial como en los últimos tres años, se ha visto cercenado a la mitad por vaivenes de un reacomodo en las políticas públicas de un gobierno federal entrante. Aunque se tiene la promesa presidencial de que continuará ese apoyo al insumo agrícola, el nerviosismo campea en los trabajadores agrícolas. Si ya no lo entregarán los alcaldes, ni el gobierno lo hará, entonces que sea el propio AMLO quien lo haga… el asunto toral es que los campesinos tengan el abono para producir alimentos básicos.
Lo mismo con los asuntos educativos de pago a los profesores. Que sea la Federación la que asuma el control como eje rector del proceso educativo, pero sin crispaciones, ni conflictos que generen estallidos sociales.
Ese ha sido el mensaje sucinto, diáfano, sin mezquindades ni dobleces. Co-la-bo-ra-ción… sin sumisión. Y a trabajar, señores.
Nos leemos… SIN MEDIAS TINTAS.
