RAÚL SUÁREZ MARTÍNEZ

Disculpen lo mal contado, es tal vez un tema que a nadie le interese, habiendo tantos temas de qué hablar, llanto de gobernadores, muertes, explosiones, huachicoleo, etc.
De momento nada me interesa. Quiero comentarles –sí, dicho en primera persona— la emoción que me da ver otra vez en las canchas de futbol a mi hijo, El Chilpo Suárez. Dijimos con mi esposa Venus, durante la etapa crítica que vivimos y sufrimos con él, que ya no queríamos verlo jugar a nivel profesional, que ya no nos interesaba saber si alguien lo firmaba a ese nivel; para nosotros era ya satisfactorio saber que nuestro hijo viviera una vida normal. La vida digo yo, Dios dice mi esposa, nos ha dado una segunda oportunidad de vida. Hoy disfrutamos verlo jugar con alegría en las canchas de futbol de Chilpancingo, recuperando día a día su nivel. Los muchachos con los que juega, incluso ni siquiera saben que están compartiendo la cancha con un exprofesional que se formó y jugó en Santos Laguna, porque así es él, humilde en su persona, no necesita gritar lo que fue o lo que es Él busca divertirse, ganar sí. De hecho, ya lleva dos campeonatos y un subcampeonato en las canchas capitalinas y eso le trae muchas satisfacciones.
Yo lo miro jugar, veo su actitud, veo sus reacciones, es el mismo jugador que era cuando jugaba en estas mismas canchas, entrón, al que no le gusta perder, gritón cuando no le gusta algo, con reacciones a veces fuertes cuando lo tocan reiteradamente; sin embargo noble cuando alguien reconoce que se pasó en alguna jugada. Le he visto abrazar a su rival disculpándose mutuamente de alguna jugada, ese es El Chilpo que yo siempre he disfrutado ver jugar.
Su peregrinar en diversos equipos profesionales le sirvió para exigirse más y más, sabe que no ha llegado a su nivel más alto, sabe que tiene que recuperar su nivel físico, su velocidad, picardía, sumado repito a su experiencia, pronto tendremos de nueva cuenta a un gran jugador que, repito, agradezco con verlo jugar aquí en nuestro Chilpancingo.
Alguien que lea este intento de artículo y no haya estado enterado de los antecedentes, no entenderá el contexto de estas letras. No importa, disculpen —y por eso pedí disculpas al inicio—, disculpas por este grito de alegría que entre tantas cosas malas que hay, esta alegría nos desborda.
Dany sabe todo lo que lo queremos y que, si su destino es ser un jugador local, lo vamos a apoyar y querer lo mismo que si estuviera triunfando en cualquier equipo del mundo. Como denominamos en la etapa crítica de su enfermedad, El Chilpo estaba jugando el partido de su vida, lo ganamos con la ayuda de los jugadores número doce, que fueron cientos, tal vez miles, Hoy les decimos otra vez gracias de corazón.
Perdón por el desahogo personal, pero verlo ser campeón otra vez, me obligó a ser egoísta y olvidarme del mundo.